Cuando el bolsillo se resiente hasta el más compuesto caballero pierde los estribos. Así fue que un turista comedido comenzó a preguntarle a su hotelero porqué las playas estaban tan vacías, y un diálogo que hasta entonces era cordial se convirtió en una sucesión de quejas de parte del empresario. “Mirá no quiero hablar más del tema, no soy yo quien tiene que contar la situación turística en la Costa sino los dirigentes y autoridades pertinentes. Yo no sé nada, yo sólo soy un pavo más que sufre las consecuencias de medidas desorbitadas y sin sentido. Esto es un desastre”. Y, sin más se retiró del Lobby dejando al turista con la sombrilla en la mano y un ambiente más frío que la heladerita con las provisiones.