La reserva provincial de pingüinos de magallanes de Punta Tombo, en la costa de Chubut, alcanzaba en estos días su pico anual de un millón de ejemplares, según una evaluación de los guardafaunas locales, quienes manifestaron su preocupación por la falta de alimentos naturales para tanta población.
Este accidente geográfico de unos tres kilómetros de largo por 600 metros de ancho está colmado de estas aves, que comienzan a llegar con la primavera para el apareamiento y alcanzan la máxima población a partir de noviembre, luego del nacimiento de las crías.
Un atractivo particular que tiene esta reserva, considerada entre las más grandes del mundo, es que se puede ver muy de cerca a los pingüinos, ya que el paseo permite al turista recorrer senderos entre sus cuevas, aunque está prohibido tocarlos y perturbar su
"En este momento calculamos que hay un millón de pingüinos en la reserva, que a esta altura del año está consolidada", explicó el agente del área provincial de conservación Alejandro Krebs, a un grupo de visitantes durante un recorrido guiado a la pingüinera, ubicada a 105 kilómetros al sur de Rawson.
La reserva, creada en 1979 por la provincia, se encuentra bajo la potestad del estado chubutense, con el objetivo de preservar el entorno al que migran cada año estas aves oceánicas no voladoras que sólo habitan el hemisferio sur.
Durante el recorrido, del que participó Télam, Krebs comentó que "en estos momentos, lo que más nos preocupa es la escasa alimentación, ya que de acuerdo a los estudios, la mitad de la mortandad de pichones obedece a la falta de comida".
Una de las causas de este problema que se observa  particularmente en este verano podría ser el incremento de la actividad pesquera a gran escala, que hizo alejar a los cardúmenes de anchoíta, merluza, pejerrey y calamar, que son la base de la dieta de estas aves, que deben regurgitar para alimentar a sus pichones.
Los pingüinos son animales monógamos de por vida y la pareja comparte y rota en sus responsabilidades, como la de cuidar tanto al nido como al pichón y buscar alimentos.
De esa manera, mientras uno queda a cargo del nido y la cría -puede ser el macho o la hembra- la otra parte del casal ingresa al mar para alimentarse y vuelve con la carga para sus crías, momento en el que traslada el doble de peso.
En la reserva, las familias de pingüinos tienen sus cuevas -que siempre son las mismas del año anterior- generalmente bajo los arbustos, pero también caminan en un constante ir y venir entre el mar y los nidos, para procurar el alimento y hacerlo llegar a los pichones.
Algunos seguimientos satelitales recientes constataron, a la altura de Mar del Plata, la presencia de pingüinos de magallanes que partieron desde Punta Tombo y recorrieron una extensa distancia para su capacidad de navegar, que no supera los 24  kilómetros por hora.
Esta reserva de pingüinos representa uno de los atractivos turísticos más importantes de la provincia y es visitada por muchos extranjeros, en especial por quienes llegan a Puerto Madryn durante la temporada de cruceros.
"En promedio, están ingresando por estos días 800 turistas", comentó a esta agencia Miguel Lizazu, uno de los jefes de guardafaunas.
Durante esta época hay también gran actividad en la colonia, porque es el momento en que los pichones comienzan a aprender a nadar y además están en proceso del cambio de su plumón por un plumaje juvenil.

Fuente: Télam