Si hace poco destacábamos en este diario una medida similar en París, Francia, ahora le toca la facultad sancionadora, prohibitiva, a la propia Nueva York.
El propio gobernador ha intentado dar una explicación a esta nueva prohibición, alegando que ‘esto soluciona los problemas causados por los hoteles ilegales y mejora la calidad de vida en los tradicionales edificios de departamentos residenciales’.
Aquellos que defienden la ley consideran que los alquileres realizados a los turistas reducían el número de viviendas disponibles para los ciudadanos en general y, además, aumentaban los problemas de ruidos molestos.
Por lo que respecta a quienes venían solicitando el veto de la norma, consideran que su aprobación impactará no sólo en el presupuesto de los turistas de menos recursos, sino también en la economía de todos aquellos que realizaban