La Auditoría General de la Nación presentó la semana pasada su informe sobre la gestión de Aerolíneas Argentinas y Austral basado en lo actuado por el Estado durante 2011 y el primer semestre de 2012. Hasta ahí noticia pura, sin análisis ni confrontación con la realidad, aunque sirvió para cortar mucha tela en los medios de comunicación.
Muchos formadores de opinión y varios desinformadores comenzaron a discutir la importancia de mostrar a la conducción de la empresa casi como los responsables de la deuda con los holdouts y la bronca del Juez Griesa.
Parece que muchos olvidaron cuando “todos éramos Aerolíneas” y queríamos salvarla de cualquier manera. 
Desde estas páginas, en aquel entonces, abogábamos por dejar que los españoles se hicieran cargo de su desmanejo empresarial y en caso de no poder continuar con la operación la cerraran con los cargos que ello implicaba.
Pero no fue así, y un señor llamado Antonio Mata la reinventó y le dio a sus más de 7000 empleados la ilusión de volver a ver crecer y volar a “SU COMPANIA”.
Mata, un encantador de serpientes, creó un monstruo que no contó con la mejor predisposición de la Administracion K y sufrió las consecuencias de montar castillitos de arena demasiado cerca del mar. 
Las opciones eran dos, dejar ya en ese entonces más de 8000 trabajadores en la calle, o restatizarla y volver a transformarla en un servicio público. 
El Gobierno en ejercicio optó por la segunda opción y apostó a desarrollar una nueva Aerolíneas Argentinas, que en lo que lleva de gestión perdió –invirtió- cerca de 4000 millones de dólares desde el 2008 hasta la fecha, según el mismo informe de la Auditoria General de la Nacion.
Ahora bien, Aerolíneas Argentinas es la misma que en 2008, 2010 o 2012? Por supuesto que no.
Sin lugar a dudas la empresa continúa adoleciendo de un montón de fallas, nadie en su sano juicio lo debería poner en duda, pero a la vez ha sufrido una transformación cualitativa y cuantitativa en su operación que no se puede dejar de lado.
Como tampoco se debería dejar de lado que esos 4000 millones de dólares se incrementan con la inversión en la renovación de flota y la contratación de nuevo personal, involucrado fundamentalmente con las nuevas tecnologías que incorporó la empresa.
Nos resulta muy difícil hoy evaluar seriamente la gestión de Mariano Recalde al frente de la compañía por la cantidad de falsedades que se discuten en todos los ámbitos, sin el más mínimo conocimiento del negocio aerocomercial, y también por el tinte político que conlleva cada información generada por la empresa. 
A pesar de todo Aerolíneas Argentinas ha reverdecido sus laureles y hoy cumple una función social que había perdido hace muchos años. En definitiva, más allá de las críticas, es el fin con el que fue creada. 


Por Manuel Sierra
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