El mundo es un pañuelo, decían nuestros abuelos, ahora los más modernos nos dicen que en realidad se ha globalizado.
Lo que sucede en un país de Europa repercute con más o menos fuerza en Medio Oriente, o lo que pasa en América del Norte impacta directamente en el bolsillo del consumidor del sur del continente. No es ningún secreto que nuestras economías están cada vez más dependientes de factores externos que propios, y el turismo que es la industria que más extensamente se halla presente en el planeta, no está exento a los vaivenes de las crisis.
Desde hace un tiempo venimos leyendo noticias como que Lufthansa va a suprimir en los próximos años 3.500 empleados en todo el mundo, o que Air-France-KLM anuncie que hasta finales de 2013 prevé eliminar 5.120 puestos de trabajo, o el más reciente de los recortes anunciado por la española Iberia, que va a despedir a 4500 empleados para “volver a beneficios”.
La crisis no es sólo de España o Grecia, en Alemania, ya empezaron a sentir los efectos de una economía en baja y hasta las obras del nuevo aeropuerto de Berlín se fue atrasando de tal forma que la compañía Air Berlin les inició una demanda por el retraso en la apertura que estaba prevista para el 3 de junio pasado, y que se pospuso por año y medio.
Los números de la OMT hablan del turista mil millones para este año, pero lo que no dicen es que muchos de esos viajeros se alejaron bastantes menos kilómetros desde sus hogares y gastaron muy poco en servicios extras, más allá de alojamiento y comida. Como consecuencia, algunas economías que se basan en el turismo se vieron seriamente comprometidas.
No hay que ser muy sabios para entender que lo sucedido el 8N en nuestro país tampoco es un hecho aislado y que los pueblos alrededor del mundo están en la búsqueda de las mismas condiciones económicas y sociales que nos eleven la calidad de vida, e indudablemente, el turismo puede aportar mucho más si sabemos aprovecharlo.

por Manuel Sierra
msierra@mensajeroweb.com.ar
@MensajeroEditor