Cada semana descubrimos en los medios de comunicación nacionales noticias que nos cuentan acerca del futuro que le depara a Aerolíneas Argentinas de acuerdo a la visión generosa que la administración Macri tiene del negocio aerocomercial.
Desde el recorte drástico en la subvención del presupuesto, a duplicar las frecuencias en vuelos de cabotaje, y sin olvidar la eliminación de algunas rutas internacionales consideradas perdidosas en el futuro de Aerolíneas Argentinas y Austral, todo puede ser posible. Pero ¿qué va a suceder con el futuro de los cielos argentinos?
La llegada del holding de Avianca a través de la aerolínea Macair para operar cabotaje, la apertura de los aeropuertos de Salta, Mendoza o Rosario a vuelos internacionales de COPA, LATAM y Avianca, y el interés manifiesto de la casa madre de Ryanair para lanzar una aerolínea low cost en nuestro país, nos hace pensar si realmente Argentina tiene tanto potencial de negocios o son sólo deseos por tenerlo.
Si esta fuera la realidad del mercado aerocomercial argentino, donde se buscan nuevos actores para satisfacer la demanda, la administración de Isela Costantini al frente de Aerolíneas Argentinas tiene una oportunidad única para superar rápidamente el déficit comercial de la empresa, aún con las tarifas súper económicas que está lanzando al mercado junto con LATAM.
Por el contrario, si esto no es así, el futuro se plantea muy oscuro para todas las aerolíneas participantes, porque el resultado será la supervivencia del más apto y por consiguiente la concentración de rutas y aerolíneas, donde sólo se volará a los destinos más rentables y lo harán aquellos que puedan soportar las pérdidas iniciales que esta opción provoca. Un ejemplo de esta política ya sucedió en el área del Caribe, donde American Airlines se impuso a las aerolíneas de los países centroamericanos.
La consecuencia de esta política generará una demanda insatisfecha en las zonas de menores viajeros y una empresa en posición dominante que virtualmente volará sólo donde considere que tiene negocios.
La falta de una política aerocomercial pensada seriamente en nuestro país podría, no sólo destruir a Aerolíneas Argentinas, también podría atentar contra aquellos destinos en vías de desarrollo que no son económicamente rentables y necesitan del transporte aéreo para su desarrollo.
Hasta el momento esa política no asoma en el horizonte.