“El clima, una suerte de otoño con días templados, resulta ideal para conocer nuestra provincia”, comentó Natalia Ponferrada, Secretaria de Turismo de Catamarca, sobre la oportunidad de vivir el feriado de Semana Santa en su tierra natal. “Este momento del año da inicio a nuestra temporada alta, y esperamos que repita el éxito de la baja”. La provincia, además de contar con eventos específicos, ofrece recorridos clásicos que nunca están de más para conocer una tierra increíble. 

En vivo

Sin lugar a dudas, el suceso que más atracción concentra es el Vía Crucis Viviente, que va por su 17a edición y que se realiza a 4 kilómetros de la ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca. El año pasado, según los diarios locales, fue observado por más de  15 mil personas. “Es una representación muy atractiva”, definió Ponferrada, quien además confirmó que este año habrá 112 actores participando de la exhibición. 

Otro de los atractivos que se desarrollarán durante los cuatro días de la festividad es la sexta edición de la Feria Artesanal de Semana Santa, un polo artístico, cultural y gastronómico. Con entrada libre y gratuita, este evento reunió, en 2015, a 160 artesanos, de diversas provincias, como Córdoba, Jujuy, Salta, Chaco e inclusive Buenos Aires.  “Tuvimos una gran convocatoria, la cual esperamos superar en esta ocasión”, declaró Ponferrada.

En lo que respecta al turismo clásico, se pueden destacar la majestuosa catedral de Nuestra Señora de la Virgen del Valle o el recientemente inaugurado Museo en el edificio del antiguo obispado. Asimismo, un imperdible  es el circuito de torres y campanarios.

Para antes o después de la celebración

Si bien hay muchos lugares para visitar, la Ruta del Adobe es una de las citas obligadas. Se encuentra ubicado a 75 km de la Ruta Nacional 40 y es el circuito que  une Tinogasta con Fiambalá, a lo largo de 50 km. Allí se pueden visitar capillas y construcciones históricas hechas en adobe que datan del año 1700. 

Otro lugar destacado se encuentra en plena Puna catamarqueña y es Antofagasta de la Sierra que está a 3440 metros sobre el nivel del mar y a 580 kilómetros de la capital provincial. Las calles solitarias de los pequeños pueblos funcionan de oasis en pleno desierto. El paisaje está modelado por volcanes, sal y lagunas de altura. 

En ambos destinos, las iglesias están presentes y dejan demostrado que siempre hay un lugar para la fe.