Si bien el cimbronazo económico no se sintió tanto por las ocupaciones en los hoteles y en los distintos alojamientos, un dato alarmante en los distintos lugares del país es lo poco que gastan los turistas debido a una abrupta caída en el poder adquisitivo.

“Crisis”. Difícilmente haya una palabra que haya sido pronunciada o escrita más veces que esa durante los últimos meses, por lo menos en lo que respecta al sector turismo y a otras áreas de la economía. Salió de la boca de políticos, periodistas, empresarios, trabajadores, sindicalistas y de un largo etcétera. ¿Pero a quién se puede culpar por ello? A nadie, porque tiene sentido que se hable de “crisis” en un contexto económico desfavorable en cualquier punto del planeta, incluso en la Argentina, donde el poder adquisitivo de los viajeros ha caído notablemente. Distintos funcionarios, de los destinos del país, vienen diciendo desde hace rato, cada vez que este medio los consulta, que la temporada viene bárbara y que prácticamente no se nota la disminución en la ocupación de plazas con respecto a años anteriores (y en algunos, remarcan que se superó el número de arribos). A pesar de ello, algunos han reconocido que el turista gasta menos, que cuida más el bolsillo, y que “la crisis”, precisamente, ha mellado la capacidad de consumo. Algunos representantes del sector público y del empresariado dieron su opinión y acercaron su testimonio, expresando así cuál es la realidad en cada uno de los lugares en los que a diario trabajan con el turismo.
El presidente de la Asociación Empresaria Hotelera Gastronómica de Bariloche, Omar Guerra, manifestó su preocupación por la situación actual, aunque dejó en claro que prefiere ser cauto en un momento en el que -según dijo- hay distintas versiones que en muchos casos no se acercan demasiado a la verdad. “Hay una crisis indudablemente, pero cuando muchos funcionarios dicen que todo es un desastre, se genera una especie de psicosis que termina perjudicando a los destinos. Asimismo, cuando dicen que todo está bárbaro, se trata de un error porque tampoco es así”. El titular de la filial de FEHGRA en Bariloche se refirió a declaraciones oficiales de la secretaría de Turismo de la ciudad: “Los comerciantes reconocen que el optimismo que se expresa no se lleva con la realidad”.

No tan parecidos
Guerra señaló además que si bien enero fue un mes bastante bueno -“sobre todo teniendo en cuenta las pocas expectativas que había, dijo- “los hoteles pequeños, de una y dos estrellas principalmente, las cabañas y las hosterías viven una realidad muy diferente”. A su vez, remarcó que en el centro de la ciudad muchos comercios están vacíos, mientras que a otros la gente va pero casi no consume. “El poder adquisitivo se viene resintiendo desde la temporada pasada. A pesar de las promociones del 20 o 30 por ciento, los turistas cuidan el bolsillo”. El dirigente, que además es administrador de un hotel de tres estrellas, puso como ejemplo a los chocolateros, “que trabajan cada vez menos”, e indicó que los brasileros, que solían consumir vinos caros, ahora se inclinan más por vinos baratos o directamente por agua. “Una botella de whisky en el hotel ahora dura una semana”, agregó.
Para Guerra, la mayor preocupación es la pérdida de la competitividad, y en ese sentido subrayó que “una amplia mayoría de los empresarios turísticos de Bariloche mantuvo las tarifas del último verano”. Por último, diagnosticó que la solución se debe pensar a largo plazo: “La inflación está frenada, pero sólo un poco. Los costos aumentan, los sindicatos piden actualizaciones salariales -y es razonable-, y nosotros no podemos subir tanto los precios. Es irreversible la situación en el corto plazo, por ahora no hay un plan. Lo que podría hacer el Estado, tal vez, es otorgar algún beneficio impositivo, pero tendría que pasar primero por el ministerio de Turismo y luego por el de Economía para ver qué se puede hacer y hasta dónde se puede llegar. Después, habría que analizarlo a nivel legislativo”. Y pidió mayor conciencia gremial, al afirmar que “es prioritario mantener el empleo, más que subir los salarios”.
Quien relativizó los efectos de la crisis en su provincia fue el presidente de la Asociación de Hoteles de Turismo de Tucumán, Cristian Delaporte. “No hay tanta preocupación porque históricamente, en esta época cae mucho el turismo”, dijo, aunque reveló que “este año hay un leve descenso”. El empresario hotelero indicó: “No queremos ser alarmistas, pero creemos que la crisis también le ha llegado al turismo. Se ve la caída en el consumo y en la actividad comercial, y se va a profundizar”. De todas formas, destacó las acciones que apuntan a la reactivación, como los descuentos escalonados (50 por ciento para estadía de cuatro noches consecutivas, por ejemplo); también hizo alusión al trabajo entre Bolivia y el NOA para potenciar el intercambio de pasajeros (N. de la R.: cuando habló telefónicamente con Mensajero, Delaporte había concluido reuniones con el presidente de Aerosur, Humberto Roca, y con el embajador argentino en Bolivia, Horacio Macedo).

Algo cambió
“Se puede ver que la cantidad de días que se quedan es menor a la de años anteriores, inclusive se nota una diferencia en el consumo, que se ve un poco retraído pero esto es a nivel general y el sector turístico no es ajeno a ello y lo estamos sintiendo”, reconoció el presidente del Ente Municipal de Turismo de Mar del Plata (EMTUR), Pablo Fernández, quien explicó que cuando hay dificultades o incertidumbre, lo que sucede es que el consumo se retrae y el turista se cuida.
Uno de los programas de beneficio que impulsó Mar del Plata en este sentido está relacionado con la tarjeta “Volvé”: se trata de una ficha en la que los empresarios vinculados a la actividad turística, a la hora de recibir la paga de sus clientes, detallarán un beneficio o descuento que el turista hará efectivo en un futuro próximo.
El secretario de Turismo de Mendoza, Luis Böhm, explicó que los turistas se desplazan menos kilómetros y se quedan menos días. A su vez, dijo que donde más se ha notado la retracción en el consumo es en gastronomía, excursiones y turismo aventura. “Cada dos comidas, una se hace en la habitación, la gente compra algo en un almacén. Otro comportamiento llamativo es el que se ha dado con las reservas: bajaron mucho, el turista llega, recorre, pelea el precio y a las dos horas decide qué hacer”, añadió. En relación al plan de contingencia, Böhm indicó que el Gobierno provincial diseñó un mecanismo para evitar despidos en todos los sectores, que consiste en que las empresas avisen si piensan reducir personal y en caso de que se considere que la situación lo amerita, el Estado brinda una ayuda económica y así ésta se posterga.

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