En las últimas décadas la problemática de las poblaciones autóctonas nacionales ha surgido a la luz a raíz de su situación de abandono, pérdida de identidad o problemas territoriales. La relación con el desarrollo del turismo fue, en principio, conflictiva pero afortunadamente el siglo 21 parece haber encontrado una nueva fórmula para que se conviertan en aliadas que propicien el cambio hacia un desarrollo de las comunidades aborígenes, apoyadas en el respeto de sus tradiciones culturales, que les permita mejorar su situación económica gracias a proyectos turísticos surgidos desde dentro mismo de esas comunidades.
El punto de partida lo dio hace más de una doce años la familia de los Puel, de la comunidad mapuche del norte neuquino, que buscó generar una actividad que les permitiera un ingreso económico durante los crudos inviernos. Así nació el Parque de Nieve Batea Mahuida en Villa Pehuenia.
Pero no es el único caso. Aquí algunos ejemplos.

La provincia de Jujuy
Desde el año 2004, la Secretaría de Turismo y Cultura de Jujuy, en conjunto con las comunidades interesadas en participar en la actividad turística y con la ayuda de ONGs, han trabajado para el desarrollo de la Red de Turismo Rural de Base Comunitaria.
Se trata del armado de actividades turísticas que relacionan a la comunidad rural y comunidades aborígenes con los visitantes con participación consensuada de sus miembros, tendiendo al manejo adecuado de los recursos naturales y a la valoración del patrimonio cultural.
En diálogo con Jorge Noceti, secretario de Cultura y Turismo de la provincia acerca de los resultados de esta iniciativa integradora, este nos dijo que “el proyecto es bueno aunque es cierto que no ha funcionado igual en todas las comunidades, ya que a veces es muy difícil la comunicación interna, pero en aquellos casos en los cuales se ha comprendido el concepto se ha visto un interesante crecimiento en el lugar con ingresos extras a su economía diaria.
En principio lo bueno que tiene este programa es que genera empatía de parte de los visitantes hacia los integrantes de la comunidad que durante mucho tiempo se sintió avasallada por el turismo que no respetaba sus manifestaciones culturales o religiosas y ahora ven la forma de aprovecharse de los beneficios que la actividad trae a la zona.
Un ejemplo es el de la familia Lamas en Hornaditas, que como nos han dicho en reiteradas oportunidades han logrado implementar proyectos educativos gracias a los ingresos por el turismo. Muchos de sus adolescentes ahora pueden hacer el secundario”, decía Noceti.
Preguntado acerca de cómo había apoyado la Secretaría a su cargo el desarrollo de estos proyectos, Jorge Noceti nos aclaró que el organismo les ha brindado desde capacitaciones sobre el tema de calidad, hasta aportes económicos para el mejoramiento de infraestructuras fundamentales como los sanitarios, por ejemplo.
La propuesta de la familia Lamas invita a compartir su vida cotidiana a través de las diferentes actividades agro-pastoriles y disfrutar del trabajo de la tierra. Vivenciar el arado, el sembrado y la cosecha o acompañarlos en el ordeñe de cabras y la elaboración de quesos, a juntar leña para elaborar dulces caseros con variedad de frutos orgánicos de la zona o bien amasar pan casero cocido en horno de barro o deleitar los deliciosos platos de la gastronomía andina. También observar el arte textil de la lana de llama, desde el teñido al hilado y tejido en telar, aprender sobre los instrumentos andinos acerca de cómo se elaboran y en que ocasión se tocan. También invitan a compartir la sabiduría de sus tradiciones ancestrales y reconocer, a través de caminatas, la variedad de hierbas autóctonas para la medicina popular.

En Neuquén

La familia Puel pensó en aprovechar las bondades del cerro Batea Mahuida y crear allí un centro de deportes invernales. En el año 2000 le piden asesoramiento al coronel (R) Abel Balda, creador del Centro de esquí de Caviahue y del Parque de Nieve Cerro Wayle, quien proyectó la creación del Parque de Nieve ubicado en Villa Pehuenia.
Los instructores mapuches se encargan de enseñar esquí o snowboard a los visitantes. Esta iniciativa dio trabajo a muchos jóvenes de la comunidad; los más grandes ayudan, empujan y colaboran, pero son los niños y jóvenes los más entusiasmados con transformar a Batea Mahuida en un centro turístico recreativo que funcione durante todo el año, con lo cual ya están hablando de sumar actividades de turismo aventura en el verano.
El jefe de explotación del Cerro, Manuel Calfuqueo, cree que la comunidad está frente a una oportunidad única y advierte que en la Argentina no hay ningún otro emprendimiento turístico de estas características.
Mucho más al sur, en la base del cerro Chapelco, la comunidad mapuche Vera ha concebido un espacio, donde ofrece servicios gastronómicos y culturales, con vistas espectaculares al lago Lacar, el volcán Lanín y la ciudad de San Martín de los Andes. El Centro Cultural Mankewe, fue inaugurado en noviembre del 2011, y funciona con un restaurante temático a base de comidas interculturales. “Nuestra intención es entregar un mensaje cultural, para que la gente conozca nuestra idiosincrasia, nuestros pensamientos y la vida de nuestros antepasados. Pretendemos que los visitantes, conozcan de la vida del pueblo Mapuche, a través de nuestras propias voces”, expresó Silvia Jofre, portavoz de la comunidad.
“Este producto, además de ser importante para la comunidad Vera, lo es también para San Martín de los Andes, demandado por el turista y de enorme valor agregado para el destino”, destacó Salvador Vellido, Secretario de Turismo y Producción de esa localidad.

En la selva misionera

La comunidad mbya guaraní Yyryapú, próxima a las Cataratas del Iguazú, organizó su propia empresa turística de base comunitaria que organizará visitas a la selva a través de senderos, con guías indígenas que no sólo les mostrarán su milenario conocimiento de la naturaleza sino también aspectos de su cultura.
“Estamos en la etapa de definir el papel de cada uno: quién administra, quién se ocupa del mantenimiento, quién atiende a los visitantes”, detalló a Télam Claudio Salvador, coordinador del Proyecto Mate (Modelo de Autogestión para Turismo y Empleo), que acaba de cumplir siete años acompañando esta experiencia. “El negocio no es la prioridad -aclaró Salvador- sino conservar su propia cultura; que les permita seguir viviendo según sus pautas culturales y les permita obtener así una porción del negocio turístico que rodea a las Cataratas”.
En la aldea, cuyo nombre significa “ruido del agua”, viven unas 500 personas, de las cuales unas 15 o 20 tendrán empleo directo en la empresa comunitaria, mientras que unos 50 artesanos podrán aprovechar el movimiento que se genere para vender sus productos.
“La comunidad definió que parte del dinero que se recaude irá al fondo comunitario, para atender las necesidades que se determinen, como instalar una bomba de agua o pagar un remis para llevar a una parturienta al hospital”, explicó Salvador.
Un hecho importante fue la creación en 2007, del Centro Intercultural Bilingüe Mbya Guaraní Clemencia González Jachuka Yvapoty, también llamado “Escuelita de la Selva”, cofinanciado por los gobiernos de Canadá y de Misiones. Allí profesores de las dos culturas, formaron a jóvenes y adultos para desarrollar las tareas turísticas, desde el guiado hasta la administración.
El coordinador considera que con el recorrido hecho hasta ahora, “el turismo cultural mbya guaraní autogestionado está cerca de posicionarse como un atractivo más en la oferta