“Se trabaja siempre teniendo muy en cuenta la atención al cliente, con una mirada realmente personalizada”, sostiene la Gerenta del Departamento de Ventas y Reservas del Hotel Elevage Buenos Aires y del Elevage General Rodríguez Resort, María Navajas. Éste último es una estancia que cuenta con 26 habitaciones y dos salones -“Juana Azurduy” y “Juana Manso”-. “No se termina de conocer hasta que se va al lugar, con las fotos no alcanza”, añade.

¿Cómo y cuándo surgió el Resort?
El Resort abrió a fines de 2003 y quedó a punto a mediados de 2004. Fue creado para ser centro de convenciones como así también para actividades corporativas. Se trabaja mucho con empresas y la idea es empezar a trabajar con incentivos. Nuestra temporada fuerte empieza ahora, con todas las fiestas de fin de año.

También realizan eventos sociales, ¿no es así?
Sí, muchos. Incorporamos al departamento de Ventas a una wedding planner para que se encargue de todo: de la cotización del catering, del salón, de la ambientación, de contratar al disc jockey, de conseguir vestido, tarjetas, y todo lo necesario. Buscamos que se puedan centralizar los servicios en una sola persona, brindando valor agregado a los clientes.

¿Cuáles son las principales características del Resort?
Parece una típica estancia argentina, pero si uno se fija en el servicio se da cuenta que es cuatro estrellas superior. Apuntamos a que la gente logre conectarse nuevamente con lo natural, con lo nuestro, volviendo un poco a las tradiciones: con la idea de que la Argentina es un país de gauchos. Reconstruimos un espacio que funciona como pulpería y que se ambientó para que luzca tal cual era en los siglos pasados, recreando la época en que los pobladores iban a comprar productos diariamente y a tomarse unos tragos. También hay una granja con distintos animales. Lo que queremos es que los que vengan se desenchufen totalmente de Buenos Aires y disfruten del aire libre.

¿Qué actividades se pueden realizar en la estancia?
Hay una pileta muy grande, de 10 por 20 metros, con solarium. Hay hectáreas de verde por todos lados, se puede salir a correr, a andar en bicicleta, hay paseos en carro, cabalgatas. A su vez, hay canchas de fútbol, de vóley, de bochas, hay un juego de sapo. También se puede disfrutar de la granja, ideal para los más chicos. Estamos por abrir un tambo para que los pasajeros vean cómo es el proceso de elaboración de la leche.

¿Y en lo que respecta al segmento corporativo?
Hay empresas que trabajan mucho con nosotros y en distintas oportunidades se organizan eventos al aire libre. Hay encuentros que las compañías realizan para fortalecer el trabajo en equipo o los liderazgos. Si uno puede jugar un poco con la imaginación, el Resort permite hacer de todo. Nosotros somos muy abiertos, queremos que puedan pasarla bien, y creo que ese es uno de los motivos de la fidelización de muchos clientes. Un ejemplo fue un café concert que se organizó en uno de los salones.

¿Cambió mucho la estancia desde que se abrió al público?
Sí, se han ido incorporando lugares y servicios. Al principio teníamos un solo salón: el “Juana Azurduy”, luego empezó a funcionar “Juana Manso”. Además se comenzó a trabajar con la pulpería y con un quincho que está a unos metros. En lo que respecta a actividades, los circuitos de 4 x 4 y de la laguna son relativamente nuevos. Con la granja sucedió lo mismo, cada vez hay más animales.

¿Qué sucede con el público familiar?
Los fines de semana vienen muchas familias, sobre todo entre enero y marzo. Como queremos ser muy cuidadosos con los clientes, evitamos que coincidan los eventos empresariales con la estadía de grupos familiares. Lo mismo sucede con los eventos sociales: si alguien quiere ir al Resort a descansar y estar tranquilo, es mejor que no vaya cuando hay un casamiento, por ejemplo. Tratamos de coordinar las actividades en los salones de manera armoniosa.
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