Túnez está decidido a recuperar su potencial turístico. La
inestabilidad en el proceso democrático y los temores de la comunidad
internacional por las tensiones geopolíticas han mermado uno de los mayores
activos de la economía del país. El turismo, que representa el 7% del PIB y
sustenta 400.000 empleos directos, está sufriendo la mayor caída en décadas,
incluso peor que en la guerra del Golfo. En 2011, la llegada de turistas
internacionales se hundió casi un 50% con respecto al año anterior, cuando el
país recibió casi siete millones de viajeros. Solamente el volumen de turistas
españoles se redujo en un 75%. La entrada de divisas se ha desplomado casi a la
mitad y el PIB ha pasado del crecer un 3% al estancamiento. Además, el desempleo
se ha elevado de 600.000 parados a 850.000, con una tasa de paro del 18%.
La grave situación ha llevado al nuevo Gobierno de coalición tunecino, surgido
de las elecciones democráticas del pasado mes de octubre, a diseñar un plan
estratégico para restaurar la confianza perdida y fomentar los viajes al país.
Con una firme apuesta por la calidad más allá del turismo de sol y playa, dando
mayor protagonismo a los bienes culturales e históricos y potenciando las
regiones del sur, el nuevo ministro de Turismo, Elyes Fakhfakh, espera remontar
las cifras, aunque advierte que se necesitará tiempo. Las previsiones apuntan a
un año 2012 de transición para confirmar ya en 2013 cierta mejora, sobre todo
por parte de los principales mercados emisores, como son Francia, Alemania,
Inglaterra e Italia. Para ello, el esfuerzo inversor se ha elevado a 30 millones
de euros, frente a un presupuesto de alrededor de seis millones de euros antes
de las protestas.
"El turismo interior será también un foco importante este año, pues actualmente
los flujos turísticos se dirigen casi exclusivamente a la costa (un 85%) y a la
capital. Pero si revitalizamos el interior con reformas hoteleras y aumentamos
la calidad del servicio, estas zonas más rurales también tendrán ocupación,
resolviendo así el problema más grave del país, el paro", explicó Fakhfakh en
una rueda de prensa en la capital tunecina. "La revolución nos ha dado a conocer
en todo el mundo y ahora debemos capitalizar este activo para atraer turistas.
La situación está reconducida y estabilizada, tenemos un patrimonio inmenso y el
pueblo tunecino tiene un carácter abierto y acogedor, lo que se convierte en un
atractivo más", añadió.
En esta nueva etapa, y con la colaboración de las dos federaciones nacionales y
regionales de hostelería y agencias de viajes, se han tomado medidas conjuntas
para mejorar los productos de la tierra y los servicios. Asimismo, se han
comenzado a restaurar fachadas y edificios de obligada visita en los circuitos
culturales programados, que prácticamente están empezando a ensayar los guías.
No obstante, fuentes de la oficina de turismo aseguran que todavía es muy
difícil hacer previsiones de entrada de turistas en los próximos meses, porque
gran parte del éxito del nuevo proyecto dependerá del contexto económico
mundial. Hoy por hoy, el miedo sigue pasando factura y se sigue detectado cómo
muchos touroperadores han dejado de promocionar suelo tunecino como destino
turístico.
Primero el impacto de la revolución y después el agravamiento de la crisis, así
como los conflictos abiertos en países vecinos como Egipto o Libia, han
perjudicado más de lo esperado al enclave más pequeño pero más occidentalizado
del continente africano. Las Islas Canarias han sido las grandes beneficiadas
del declive tunecino.
Así, entre los principales retos que afronta el nuevo Gobierno destacan la
confianza y la modernización. "Es necesario recuperar la confianza dentro de
nuestras fronteras, luchar contra el desempleo y las disparidades regionales. En
el exterior tenemos que cumplir de manera transparente", aseguró Fakhfakh. "El
sector se enfrenta a una serie de problemas estructurales, pero el país tiene un
potencial que hay que modernizar, para ser más ambicioso en un sector cada vez
más competitivo", indica. "Estamos a tiempo y somos conscientes de que la
temporada 2011/2012 será un nuevo desafío".
Un nuevo modelo de tradición y modernidad
La delegación tunecina en la pasada feria de turismo Fitur quiso enviar un
mensaje de tranquilidad y presentar al pueblo español sus nuevas propuestas. Un
modelo similar al de Turquía: tradicional pero abierto al mundo. Con el desierto
como principal reclamo, no se quedan atrás joyas arqueológicas como las ruinas
de Cartago y paraísos costeros como el pequeño pueblo de Sidi Bou Saïd. También
se ha pretendido dirigir el interés hacia zonas como Sousse, donde se mezclan
turistas y lugareños.
Con el objetivo de transmitir seguridad, desde el pasado jueves y hasta hoy
lunes hay programada una acción promocional con los cinco mayores touroperadores
europeos.
"Túnez se ha quedado fuera de la cuenca mediterránea en lo referente al espacio
aéreo, y el reto es abrir este espacio para que las compañías de bajo coste
puedan operar en el país y atraer nuevos turistas", dijo el ministro de Turismo.