Fueron casi 50 mil personas las que llegaron a visitar a la Antártida en el 2008 (46.265), en lo que fue un pico histórico para la actividad en la región. Desde ahí en adelante, las visitas disminuyeron, aunque estimaciones indican que la tendencia puede revertirse este año.
El turismo en el continente congelado comenzó entre las décadas de 1950 y 1960, con sobrevuelos panorámicos y viajes en yates privados.
La cantidad de visitantes creció a 6800 hacia 1990 y explotó en la temporada 2007-2008. En 2010 logró llegar a los 37 mil turistas, mientras que el año pasado el número total de turistas fue de 26.519.
La Asociación Internacional de Operadores Turísticos Antárticos estima que durante la temporada turística 2012-2013 viajarán a la Antártida 34.950 personas. Este número representa un crecimiento importante respecto de las últimas temporadas.

Por el medio-ambiente

La merma de los años anteriores es explicada por la entidad mundial desde dos factores. Por un lado la crisis económica internacional, que ha retraído las visitas en un tour que tiene altos costos. Pero también se señala como responsable a una medida de la Organización Marítima Internacional que prohíbe el uso de combustibles pesados en sus mares.
En este sentido, no está permitido que desembarquen navíos con más de 500 pasajeros y sólo 100 pueden descender a la vez. Además, ningún visitante puede estar a menos de 5 a 10 metros de la vida salvaje que allí habita.  Esto quiere decir que hay que limitarse a observar, fotografiar o filmar a las grandes colonias de lobos marinos, elefantes marinos, la foca de Weddel, el leopardo marino, la foca cangrejera, ballenas y varias especies de aves entre las que se destacan los pingüinos.
Por su parte, los operadores turísticos que trabajen el destino deben probar que su actividad tiene un impacto menor en el medio-ambiente antártico. En Argentina, hay  varias agencias de viajes que ofrecen paquetes que incluyen Ushuaia, el Canal Beagle y cruceros que llegan hasta la Antártida. La oferta de los cruceros permite realizar tanto un viaje de lujo como un recorrido en la modalidad de turismo de aventura, con alternativas que transforman al destino en una experiencia única.

Reglas estrictas

Toda actividad turística en la Antártida debe respetar el Tratado Antártico de 1959 y los acuerdos posteriores conocidos como el “Sistema del Tratado Antártico”. Estos son elementos constitutivos que deben estar presentes al momento de planificar y desarrollar cualquier actividad.
Según el Tratado y sus acuerdos, la Antártida es una reserva natural de especial protección destinada a la paz y a la ciencia. Por ello, quienes programen  actividades turísticas el continente blanco deben aceptar que cualquiera de éstas pueda ser suspendida, cancelada o modificada en caso de que impactase de manera negativa en el medio ambiente.