El sello Bandera Azul acredita la superación de unos estrictos controles de las playas, en la calidad de las aguas, información y educación ambiental, seguridad, servicios y gestión medioambiental.
Brasil ha entrado en el selecto grupo de países que cuentan con la reconocida certificación medioambiental, Bandera Azul. El sello le ha sido concedido a la playa, Jureré Internacional, situada en Florianópolis, capital del estado brasileño de Santa Catarina.
La playa caterinense es la primera de Latinoamérica en obtener el sello Bandera Azul, una certificación ambiental para el litoral, concedida por la Foundation for Environmental Education (FEE). Esta organización no gubernamental, que tiene su sede en Dinamarca, está integrada por una red de 59 países de todo el mundo.
Desde 1987 el número de playas y puertos deportivos participantes en la certificación Bandera Azul viene aumentando, pese al endurecimiento de los criterios de concesión.  “Para recibir el sello, los candidatos deben cumplir con diversos criterios en las áreas de educación ambiental, información y señalización de seguridad a los usuarios, calidad del agua y del medio ambiente costero”, explica Marinés Scherer, del Instituto Ambiental Ratones (IAR), coordinadora del programa Bandera Azul en Brasil.
Estos criterios se revisan periódicamente para armonizar con los nuevos descubrimientos científicos, los cambios legislativos y en general, para que los participantes de la campaña se esfuercen constantemente por lograr una mayor calidad ambiental. El sello tiene validez de un año y puede ser renovado después de una nueva evaluación y aprobación por el jurado nacional e internacional, del cual forma parte el Min