En vísperas de cumplir Andes Líneas Aéreas sus primeros 10 años, ¿de qué manera podés analizar el panorama del sector aerocomercial en el país?
En los últimos 10 años ha habido muchos cambios. Venimos de una década en la cual hubo dificultades y una desatención importante hacia las empresas más chicas. Me refiero a una política aérea que no tenía en cuenta los intereses del país en términos del futuro del transporte aéreo en general. Como resultado, y a consecuencia de ello, estamos muy por debajo de los promedios en cuanto a relación de pasajeros con población y pasajeros con producto bruto. Por ejemplo, Chile tiene más pasajeros que nosotros con una población mucho más chica; Colombia que tiene una actividad aérea muy grande con una población semejante a Argentina, y Brasil que siendo el gran monstruo y, pese a las dificultades económicas, sigue consolidando su liderazgo fuerte y sólido en el mercado. 
En cambio, en nuestro país, se ha privilegiado el transporte terrestre subsidiado. Por eso se han generado distorsiones que hacen que parte del tráfico que debería estar volando en un avión esté viajando en un micro. Sin embargo, la expectativa es muy fuerte.

¿Se está haciendo mucho ruido con la posibilidad del ingreso de Avianca en el mercado local?
Todavía hay que ver cómo se da, porque la realidad es que esperamos es que se respeten los requerimientos por los cuales hemos tenido que atravesar todos. Fue el caso de LAN que cuando comenzó a operar en el país tuvo que hacer un gran esfuerzo, Aerolíneas también lo hace y Andes más que ninguna por nuestro tamaño. Desde el punto de vista de las reglas de juego, son las mismas para todos y si analizamos lo que podrían llegar a ofrecer, sobre todo con la moda del low cost, estimo que tarifas más baratas que nosotros difícilmente haya. Porque ser low cost significa racionalizar los costos. Ningún avión arranca a 10 mil metros de altura y a 900 kilómetros por hora, todos empiezan a despegar despacio. Veremos cómo va funcionando.  

Con las nuevas expectativas económicas, ¿qué esperan para el futuro cercano?
La mayor expectativa que tenemos es por nosotros mismos, es decir el planteo que hacemos hoy, 10 años después de haber empezado a volar es que comenzamos con un avión que era alquilado y hoy tenemos 5  propios. Ofrecemos vuelos regulares y estamos creciendo sobre todo en el aspecto más fuerte de la compañía que es el negocio de chárter, que depende de la actividad económica del país. El transporte aéreo es un medio, nunca es un fin. El negocio aéreo funciona, fundamentalmente, si hay negocios para hacer, si hay atractivos turísticos para visitar, o si la gente tiene necesidad de viajar por motivos personales. El grueso es por tráfico corporativo, entonces si no hay actividades comerciales para realizar, la gente no viaja.  

¿Crece el tráfico aéreo?
Hoy por hoy se mantiene en los mismos niveles, no está creciendo pero tampoco se está viendo una caída como ha habido en otros momentos. La expectativa que tenemos es que a partir de situaciones económicas como la baja de los subsidios pueda ser que empresas que no eran rentables empiecen a tener algún grado de competitividad y eso genere un círculo de reactivación.
Por otro lado, vemos con buenos ojos que la posición de las autoridades tanto de transporte como en el tema aerocomercial en particular hace que tengamos esperanzas en el sentido de varias cosas que no se habían dando en los últimos años: uno es la objetividad, otro es la equidistancia y el hecho de ser ecuánimes con las compañías. La posibilidad de diálogo es directa, tanto con el Ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, como con las autoridades de ANAC, lo que transmite tranquilidad en las empresas aerocomerciales como Andes.