En épocas de Tommy Ryan como presidente de AAAVYT llegó un pedido, desde la otrora Sectur, para que los agentes de viajes manifestaran cuáles eran los puntos más importantes que debía tocar un posible nueva Ley de agentes de viajes, en reemplazo de la 18.829, ya obsoleta, y hasta el día de hoy los funcionarios del recién estrenado Ministerio de Turismo siguen aguardando pacientemente.
Como ya hemos dicho en numerosas oportunidades el negocio turístico cambió, y no sólo para los agentes de viajes, sino para todos los empresarios, que de una u otra manera, están ligados al sector.
Las nuevas modalidades de comercialización, fundamentalmente de líneas aéreas y cadenas hoteleras vía Internet, han repercutido sobremanera en la actividad del agente de viajes, quien se ve más perjudicado que el resto de los actores del sector turístico, por haber sido salteado su espacio en la cadena de comercialización, pero poco han hecho hasta el momento para recuperar el espacio perdido.
Un poco por la enorme capacidad de adaptación de los agentes de viajes, que les ha permitido reponerse mas allá de los cambios que los afectan directamente, y un poco más aún, por la ineficacia de la dirigencia vernácula al momento de dejar pasar situaciones como la de participar activamente en el proyecto de ley que los regulará por los próximos 10 o 20 años.
No es la primera vez que hablamos desde aquí de la falta de lobby del sector, aunque en esta oportunidad no hablamos de falta de lobby sino de la ausencia de ambiciones para mejorar la calidad del negocio del agente de viajes en vista de un futuro tecnológico, e impositivamente, incierto.
La dirigencia sigue lamentando la baja de las comisiones de las líneas aéreas y malgasta un tiempo precioso en buscar argumentos para recomponer una situación que no volverá atrás.
Si ese mismo tiempo se utilizara para desarrollar una estrategia que les permita a las agencias de viajes estar en un pie de igualdad con sus competidores más emblemáticos, las líneas aéreas, estarían trabajando para la continuidad de un modelo de negocio que ya se agotó y que está en vías de agotar la segunda instancia, porque el cobro del fee es un parche que aún no termina de cerrar.

por Manuel Sierra
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