Por Tommy Ryan
    Presidente de Ryan’s Travel
Estimado Manuel:
Ayer leí atentamente tu editorial, y tu reflexión final “nosotros no entendemos que la actividad privada no se de cuenta que una vez más vive en una burbuja”.
Estoy de acuerdo contigo en que los costos argentinos han sufrido importantes incrementos, y que la Argentina ya no es un destino barato. Pero también me asustó tu reflexión, y sobre todo la frase “cerca de Suipacha 1111 se han expresado voces que expresan un descontento importante en el ejecutivo”. Este tipo de manifestaciones, sumadas a declaraciones vertidas por un alto funcionario del ministerio la semana pasada, referidas al mismo tema, cuando pidió no sucumbir a la “realidad de marcar un poquito de más”.
Todo este tipo de declaraciones me hace acordar, tiempos pasados, a cuando los agentes de viajes éramos acusados de crear la inflación, algo que como presidente de AAAVYT en aquel momento, no acepté. Bien te acordarás como me fue, pero sí quedó claro que somos intermediarios, y no formadores de precios.
También te pido otra reflexión, ¿no subieron los tickets aéreos? ¿No hubo aumentos salariales? ¿No se habla de aumentos impositivos (Ingresos Brutos)? ¿No seguimos pagando impuestos confiscatorios como el de los créditos y débitos? ¿Combustible e insumos?, además de los aumentos que el mismo Ejecutivo efectúa, por ejemplo Parques Nacionales, que ha aumentado de una temporada a otra y con fecha agosto, cuando todos sabemos que los tarifarios se entregan en noviembre o diciembre, y ahora la diferencia la tiene que absorber el receptivo.
Volviendo al tema Parques Nacionales, la tarifa en IGR pasó de 25 a 40 pesos, o sea un aumento del 60 por ciento. La de extranjeros MERCOSUR, de 45 a 70 pesos, un 55,15 por ciento. La de extranjeros de 85 a 100, un 17,65 por ciento.
En el Parque Nacional Los Glaciares pasó de 25 a 40 pesos, incrementó el 60 por ciento, para los extranjeros pasó de 75 a 100, un incremento del 33,33 por ciento. Eso sí, se creo un canon especial para el MERCOSUR de 70 pesos. El pasajero nacional, con la diferencia de aumento entre nacional y extranjero, crea la nueva tarifa.
Si te ponés a analizar, una excursión al Glaciar en regular tiene un costo al pasajero de 200 pesos (eso incluye transporte por 200 kilómetros y guía) y la entrada al mismo sale 100 pesos, el 50 por ciento del costo, además es neta, no comisionable, ni te la facturan, y paga el impuesto a los débitos y créditos.
Creo Manuel que no es que la actividad privada viva en una burbuja, ni que los empresarios turísticos extranjeros no entiendan cómo un país no tiene una política de precios que permita proyectar a largo plazo, yo realmente no creo que esa sea la función de la actividad privada, creo que la burbuja la viven quienes deben proyectar la política.

Por Radames Montero
    Director de TransHotel
Hola Manuel,
muy interesante su punto de vista, tal vez habría que preguntarse qué porción del negocio es del Estado, qué porción del negocio es del proveedor directo de los servicios, ya sea un hotelero, un transportista, un gastronómico, un operador, etcétera.
A veces (como aquí) la parte del león no es de quien provee el servicio, es del Estado, o del intermediario.
Si todos se llevan una parte razonable, el destino podrá ser competitivo o no, de acuerdo con la calidad de los servicios.
Otro tema no menor es el nivel de informalidad existente en el destino, ya que como siempre sucede, el fisco recae en los mismos actores, y se olvida de muchos que truchamente venden servicios (como aquí).
Hay que preguntarse si conviene “regular” ó “desregular” la actividad.
A mi entender, nuestra actividad tiene que estar fuertemente regulada HASTA que todo el sector tribute, todo el sector blanquee las operaciones y se acostumbre a pagar.
El Estado debería cobrar razonablemente, pero que todo el mundo pague impuestos, de esa manera nos pareceríamos más a los destinos serios.
Creo improcedente comparar el Caribe u otros destinos, con más “carpeta” y reglas más claras para trabajar, con Sudamérica, donde campean políticos dispuestos a meter la mano en la lata del turismo, pero poner muy poco para que la lata esté llena. Se olvidan que los destinos crecen al influjo de empresarios qu