Anoche el electorado eligió. Estamos en democracia y esa debe ser la premisa del día. Luego viene la sorpresa o, mejor dicho, el golpe de realidad. Durante casi tres horas el país estuvo en un suspenso, fue como la tensa calma del centro de los tornados. Los únicos que se movieron fueron los grupos de WhatsApp y Twitter. Memes, debates y resultados de bocas de urna. Nadie quería aceptar lo que estaba pasando: un tercio del país había elegido a un fenómeno que, hasta ese momento, se veía como porteño centrista. Pero, no, el color violeta en gran parte del mapa nacional muestra que Milei logró captar a votantes impensados, marcando una tendencia que escapa a cualquier lógica o encuesta, aunque estas últimas hace rato que ya demostraron no ser reflejo de nada.

Después de las 10 de la noche llegaron los por qué, los debates puertas adentro de los partidos y la necesidad de demostrar que el cimbronazo no fue tal.

Imposible fingir tanto. Milei había pasado de consumo irónico a una realidad que acechaba sin importar el color del partido. Nadie hizo una buena elección, salvo Milei y un poco Kicillof en la provincia, que pudo retener uno de los bastiones del peronismo.

Pero nadie se fue a dormir tranquilo. Ni siquiera Milei.

Ese plan de motosierra que por momentos parecía un delirio ahora tiene otro tinte y está mucho más cerca de tener que cumplirlo.

La semana pasada publicamos en nuestra web una nota sobre el programa de Milei y el lugar que ocupaba el turismo. El documento era claro: 13 páginas y solo una vez se nombraba al sector, y aparecía más como un efecto colateral del desarrollo productivo del país (o lo que el líder de La Libertad Avanza entiende como desarrollo) que como una política pensada para el crecimiento de la actividad. No creo que a alguien del sector lo haya hecho cambiar de opinión el poco protagonismo del turismo en el mundo del León obligándolos a modificar su voto por el de Massa, Bullrich o Larreta.

PASO 2023: la noche que nadie quiso ver

La industria turística no mueve el amperímetro. Aunque nos duela, por más esfuerzo que se haya hecho desde el sector privado, no lo hizo en este tiempo, entonces por qué sería motivo para definir el voto.

Hoy el panorama se plantea más oscuro, pero también de reflexión. Hay un tercio del país que optó por una fórmula con valores extremistas que proponen volver al inicio del siglo XXI. Ese electorado vio en la fuerza que encabeza Milei algo que el resto no puede darle o simplemente se cansaron de esperar algo que no llega.

Entonces debe ser momento de revisar puertas adentro qué es lo que se estuvo haciendo mal, para que en octubre no nos encontremos con otra noche que no vimos venir.