Viajar con 1 euro por día
La falta de dinero no impidió a Diogo Bhovan, un portugués de 19 años, viajar por Europa. Con una idea en la cabeza, el proyecto "Voy allá y ya vuelvo", y 31 euros en la mochila (o un euro por día), Diogo visitó siete países europeos en un mes, contando siempre con su propia creatividad y una buena cuota de solidaridad ajena.
La idea de rodar por el mundo, independientemente de las condiciones financieras, le vino hace cuatro años, cuando fue de intercambio a Holanda. En agosto, puso en práctica su viejo plan. Recibió el apoyo de su familia, a pesar de que su madre pensó que el chico "estaba loco". Dejó Coimbra, donde estudia Ingeniería Informática, con la cantidad simbólica de dinero en su bolso y recorrió Francia, Luxemburgo, Bélgica, Alemania, República Checa, Austria e Italia viajado a dedo a autos, autobuses y hasta camiones. Llegó a dormir en camiones, según contó al diario portugués "Público".
"Pensé en mil y una formas de intentar suprimir este obstáculo (económico) hasta que decidí tomar la decisión radical y hacer el viaje sin dinero. Después cambié de idea y lo hice con apenas un euro por día" contó a "Público".
Antes de viajar, el joven dio una entrevista al "Diário da Coimbra" sobre el proyecto y llevó el diario debajo del brazo para todos lados, siempre como una forma de dar credibilidad al proyecto. Entrevistas en radios locales y la página de su proyecto en Facebooj, donde se documentó la aventura, también ayudaron a ampliar la red de contactos que ofrecieron abrigo, casa, transporte y hasta dinero. Sin hablar de compañía, artículo de extrema necesidad para quien viaja solo tanto tiempo. La mayoría de las personas que lo ayudaron eran completos desconocidos, abordados aleatoriamente en medio de la calle.
Algunas experiencias lo marcaron. En París, por ejemplo, después de dos días caminando sin que nadie se detuviese a escuchar su proyecto (y dos horas de sueño en la entrada de un albergue), Diogo ya se imaginaba que pasaría la noche en la calle cuando conoció a una periodista inglesa que vivía en la ciudad. Ella fue su anfitriona e guía en lo que restó de su estadía parisién. Otro momento inolvidable fue cuando lo levantó un ómnibus en Viena que iba de excursión a Italia. Para conseguir subirse casi se tira adelane del vehículo. La acogida por parte del conductor y de los pasajeros fue tan calurosa que el viaje terminó en una pizzería italiana, en una gran cena de familia.
"Encontré personas en todos esos países completamente extraordinarias, que no me conocían y que me daban las llaves de sus casas, que me invitaban a comer lo que quisiese de la heladera", dijo al diario portugués, acordándose que, a pesar de los buenos momentos, pasó por grandes dificultades como tener que pedir limosna para comprar una hamburguesa. Hambre, al menos, el portugués no pasará de nuevo al menos por ahora. Él, que salió de su casa con 31 euros, volvió con 180 euros, donados por extraños de todo el continente.
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