Finalmente Sudáfrica llegó a tiempo con las obras prometidas para la realización de la Copa Mundial de Fútbol y el turismo está de fiesta. Estadios nuevos o remozados ya abrieron sus puertas a los aficionados y todos esperan que la fiesta no sea empañada por la inseguridad.

No es un paraíso, ni pretende serlo. La realidad de Sudáfrica nos muestra que todavía quedan muchas materias pendientes en cuanto a seguridad, inclusión social, reparto equitativo de los ingresos, pero convengamos que si hubiera sido por eso la Argentina en 1978 no podría haber sido sede del Mundial.
Los servicios básicos para los turistas se han garantizado y hasta ahora éstos han respondido muy bien copando las principales plazas de las principales ciudades sedes.  
El aeropuerto de Johannesburgo se encontraba un tanto saturado en los días previos al inicio con espera de hasta 40 minutos en aduana, pero el mal humor se borraba cuando las agentes aduaneras (todas mujeres) saludan con un ‘Bienvenido a Sudáfrica, disfrute el Mundial’.
Inicialmente se calculó que unas 500000 personas estarían en Sudáfrica. Sin embargo, la cifra actual de turistas es de 300000. Este número supera la capacidad hotelera de las nueve sedes, pues según datos del Ministerio de Turismo, Sudáfrica solo puede albergar a unos 200000 turistas. El ente oficial de turismo anunció que siete de las ocho sedes presentaban su hotelería completa para el inicio de la competencia.
Por esto es que la estadía se ha convertido en un verdadero “dolor de cabeza”. Los hoteles de cadenas ya están agotados ocupados en gran parte por las cadenas de televisión de todos los rincones del planeta, los familiares de los jugadores, los amigos de los jugadores y los fanáticos de los equipos.
¿Cómo salvarán este inconveniente? La única forma es una habitación en casa de familia. Algunos residentes han acondicionado sus casas para alquilar cuartos, los cuales han sido inspeccionados por la corporación de turismo. Estas habitaciones, sin alimentación, podrían estar entre los $50 a 70 dólares por noche.

Tren de alta velocidad
Una de las obras más importantes ha sido la inauguración del primer tren de alta velocidad del continente africano, el “Gautrain”.
Este moderno medio de transporte entró en servicio en Johannesburgo, tres días antes del inicio del Mundial, y tres semanas antes de lo previsto. Muchos apostaban a que no estaría listo a tiempo pero ya comenzó a transportar a los primeros pasajeros desde y hacia el aeropuerto de Johannesburgo. El proyecto en realidad nació mucho antes de que la Copa del Mundo 2010 fuese otorgada a Sudáfrica y su inauguración inicial estaba prevista para el 2011.
Pero el Mundial acortó los tiempos, para llegar a poner en función al menos los 15 kilómetros de recorrido desde el aeropuerto internacional Oliver Tambo a Sandton, el rico y moderno centro de negocios y comercial ubicado a una decena de kilómetros al norte de la vieja Johannesburgo.
Dentro de un año, cuando quede totalmente completada, la línea de alta velocidad - la máxima es de 160 kilómetros por hora- unirá en menos de 40 minutos Johannesburgo y Pretoria, las dos principales ciudades de la provincia de Gauteng (por ello el nombre de Gautrain).

Ganancia o pérdida
Con una inversión de unos 5 mil millones de dólares en obras e infraestructura el país anfitrión de la Copa del Mundo debería poder aprevechar el envión económico que esto representa para despegar definitvamente. Su presidente Jacob Zuma declaró recientemente “El desarrollo de infraestructura continuará como parte del legado de la Copa del Mundo para beneficio de todos los sudafricanos en los próximos años y permitirá a todos los ciudadanos contar con un mejor acceso a servicios e infraestructura”, aseguró.
“Tras el pitazo final, tenemos que asegurarnos a través de efectivos programas de desarrollo, de que el fútbol se transforme en un deporte de verdadera unidad y significativo para nuestro pueblo como parte del legado de la Copa del Mundo”, añadió Zuma.

Para los argentinos
Antes del primer partido se calculaba que cinco mil argentinos ya estban en suelo sudafricano. Para ellos el cambio del rand al peso argentino es simple, hay que dividir lo que se paga por la mitad.
Una gaseosa que está  5 rands, representa 2,5 pesos. Se puede almorzar y cenar, una pizza con cerveza con 30 rands, y una comida a base de pollo con papas fritas, arroz y ensalada, no supera los 50 rands.
Los taxis sí pueden representar un gasto importante, pero lo contrario ocurre con el alquiler de autos, que por día, con kilometraje ilimitado sólo hay que abonar 35 o 45 dólares.
En Johannesburgo están las dos realidades. Los valores de la ciudad en general, y los carísimos precios de la zona de Sudton. Allí todo se duplica.
La hotelería va desde los 45 dólares la noche hasta los más caros que pueden rondar los 450 dólares, como el hotel Michelangelo donde se aloja Julio Grondona y todos los miembros de FIFA.
Para los aficionados, las cornetas con los colores y nombres de los países cuestan 30 rands (15 pesos) y la gran estrella de la competencia, la mascota Zakumi (una león de peluche con los colores característicos de esta nación), cuesta 100 rands, 50 pesos.

Vecinos poco beneficiados

Los africanos esperaban ver a las estrellas del fútbol y ganar más turismo con la Copa, pero su sueño quedó hecho añicos. En esta primera Copa del Mundo africana, sólo 40.000 billetes fueron vendidos a africanos, contra 230.000 a extranjeros.
En Lesotho, la mayoría tendrá que ver el Mundial por televisión, a pesar de que la ciudad sudafricana de Bloemfontein (centro), una de las sedes de la Copa del Mundo, se encuentra a sólo dos horas por carretera.
Los países de Africa austral esperaban que los turistas extranjeros aprovecharan su viaje a Sudáfrica para descubrir otros países de la región, pero la crisis económica redujo de 450.000 a 300.000 el número de v