¿Llega la Mujer a la Luna?
Donald Trump, presidente de Estados Unidos, tomó la iniciativa y le ordenó a su vicepresidente Mike Pence que hiciera público un ambicioso plan consistente en que una misión tripulada de la NASA volviera a poner los pies sobre la Luna dentro de tan solo cinco años. Su misión consistiría en comenzar a levantar una base habitable para explotar los recursos minerales del planeta y, años después, iniciar la exploración tripulada de Marte.
Para reforzar el impacto mediático de la iniciativa de la Casa Blanca, la Agencia espacial que encabeza Jim Bridenstine ‒ex congresista republicano por Oklahoma‒, acaba de anunciar que una de las cuatro plazas de la nueva capsula lunar Orión estará reservada a una mujer astronauta, lo que la convertiría en la primera en caminar sobre nuestro satélite natural.
“Cincuenta años después de la misión Apolo 11, el programa Artemisa llevará al próximo hombre y a la primera mujer a la Luna”, ha subrayado Bridenstine. El nombre del programa dista mucho de ser casual, ya que la diosa griega Artemisa es la hija de Zeus y hermana gemela de Apolo.
Pero tanto Trump, como Pence o Bridenstine saben a ciencia cierta lo difícil que le va a resultar a la NASA regresar a la Luna en tan solo 5 años. Principalmente por el importante retraso que acumula el SLS o Space Launch System, el equivalente del siglo XXI al cohete Saturno V, que llevó en julio de 1969 a Neil Armstrong, Edwin Aldrin y Michael Collins hasta la órbita lunar.
En el potente lanzador SLS la NASA ya ha invertido alrededor de 14.000 millones de dólares y ha empleado más de 10 años en su desarrollo, pero su vuelo inaugural todavía se contempla para finales de 2020 o principios de 2021.
Es por lo anterior que al presupuesto inicial de la NASA para el próximo año fiscal ‒del orden de los 21.000 millones de dólares‒, Donald Trump va a sumarle al menos 1.600 millones adicionales para hacer realidad Artemisa, pero cantidades que todavía tienen pasar por el filtro del Congreso.
Se trata de un enorme esfuerzo económico para poder completar no solo el SLS, sino también desarrollar un nuevo módulo reutizable, capaz de descender al grisáceo y polvoriento suelo lunar y reenviar a los astronautas hasta el modulo orbital Gateway que les esperará alrededor de Selene.
Bill Gerstenmaier, el administrador asociado de la NASA para la Exploración Humana, ha afirmado hace una quincena de días que la primera misión no tripulada (EM-1) está oficialmente programada para el año que viene, pero probablemente se pospondrá a 2021. La siguiente misión ya será tripulada (EM-2) y volará con cuatro astronautas alrededor de la Luna no antes de 2023, paso previo a la misión de descenso de 2024.
Consciente de los problemas y carencias de la NASA, el magnate Jeff Bezos -fundador y director ejecutivo de Amazon- montó un espectáculo a finales de la semana pasada para presentar una maqueta a tamaño casi natural del módulo lunar Blue Moon, un proyecto en el que desde 2016 trabaja su empresa Blue Origin, pero que para hacerse realidad requiere un mínimo de tres años, siendo muy optimistas.
Blue Moon ha sido concebido como un módulo lunar no tripulado, pero Bezos ya ha ordenado su modificación para albergar astronautas confiando en recibir financiación de la NASA. Se trata de una gran nave de 15 toneladas que permite disponer de una capacidad para transportar cargas útiles de entre 3,6 y 6,5 toneladas hasta la superficie lunar.
Los ingenieros de Blue Origin quieren que Blue Moon utilice el nuevo motor criogénico BE-7 ‒una versión mejorada del BE-3 del lanzador suborbital reutilizable New Shepard‒ cuyos primeros ensayos se realizarán en el presente verano.
En el caso de que el SLS no esté operativo en 2024 para cumplir su viaje a la Luna, la alternativa de la NASA son los lanzadores pesados privados de nueva generación. En primer lugar el Falcon Heavy de SpaceX que ya está en servicio, pero también el New Glenn de Blue Origin que todavía está en fase de desarrollo o el Starship de Elon Musk, el multimillonario dueño de Tesla y SpaceX, cuyo estado de desarrollo es más precario.