Cada vez más cerca
El avión "Solar Impulse", propulsado sólo por energía solar, llegó hoy a Ginebra, después de un vuelo con bastantes turbulencias, en lo que supone su primer aterrizaje en un aeropuerto internacional y un paso más para alcanzar su meta de dar la vuelta a la Tierra en 2013.
"He ido de izquierda a derecha, el avión ha sufrido muchas turbulencias", explicó el piloto del aparato, André Borschberg, nada más pisar tierra firme, igual que el promotor del proyecto, Bertrand Piccard, quien admitió la dificultad de estabilizar la nave. "No es un avión fuerte y es sensible a las turbulencias", subrayó Piccard, que siguió el vuelo desde un helicóptero que iba tras la estela del prototipo, y en conversación constante con el piloto, su único tripulante. Borschberg detalló, en un encuentro con la prensa poco después de aterrizar, que "la dificultad de este vuelo radicaba en seguir la misma ruta que el resto de grandes aviones comerciales, mucho más rápidos y pesados" que su nave, además del aterrizaje, "con unas medidas de seguridad tan estrictas". "Este aterrizaje ha sido un gran momento para nosotros", se congratuló Piccard, justo después de que el "Solar Impulse" tocase el suelo, tras un vuelo de 4 horas y 20 minutos que había comenzado a las 08.04 hora local (06.04 GMT) desde el aeródromo suizo de Payerne.
En esta pequeña instalación, a unos 100 kilómetros del aeropuerto de Ginebra, han sucedido la mayoría de las anteriores hazañas del citado prototipo.
Parecido a una gran libélula, con 63,4 metros entre los extremos de las alas, tiene la misma envergadura que la de un Airbus transatlántico, pero con un peso cercano a 1.600 kilos, algo superior al de un automóvil medio. Y es capaz de aterrizar y despegar a 35 kilómetros por hora, la velocidad de una bicicleta, que precisamente, y a fin de que quedara constancia de este dato, acompañó al "Solar Impulse" a lo largo de la pista mientras tocaba tierra en el aeropuerto ginebrino.
Así que, una vez cumplido otro desafío hacia su objetivo de dar la vuelta al planeta dentro de tres años, el piloto del prototipo formado por 12.000 células solares proclamó que "el proyecto ha pasado la niñez y ya se encuentra en la adolescencia". "Estamos diseñando el segundo avión", con el que planean dar la vuelta al mundo en cinco días y cinco noches, avanzó Borschberg, aunque antes, el año que viene, está previsto su primer vuelo internacional, "el primero fuera de Suiza".
Anteriormente, concretamente el pasado 7 de abril, el prototipo, que ha costado 70 millones de euros, completó su primer vuelo de larga duración, de una hora y media, y sólo tres meses más tarde consiguió volar durante más de 26 horas seguidas. Ese día, el avión, que pudo volar de noche gracias exclusivamente a la energía solar que captó durante el día, estableció otra marca para aparatos de su naturaleza, además de la de tiempo en el aire; alcanzó 8.564 metros de altitud sobre el nivel del mar.
Zúrich será el próximo destino del "Solar Impulse", cuyo aterrizaje se espera para este miércoles, después de que despegue de nuevo desde Payerne, tras el amanecer, lo que le llevará a cruzar prácticamente este país de punta a punta en poco más de un día. Dar la vuelta a la Tierra no será una novedad para Piccard -un psiquiatra suizo de unos cincuenta años y cuyo abuelo inventó el batiscafo- pues en 1999 se convirtió en el primer hombre en dar la vuelta al mundo en globo sin escalas.
Y si logra su presente reto, "si este avión puede dar la vuelta al mundo, sin carburante, únicamente con el sol, nadie podrá decir que esto no es posible para la vida cotidiana: en los coches, en la nevera, en el aire acondicionado o en la calefacción", señaló.