"Las tarifas flexibles llegaron para quedarse"
Diego García, delegado general para América de Air Europa, habló con Mensajero en Charlas de Turismo y se refirió al duro momento de la industria aérea en la región.
¿Cómo está atravesando Air Europa la pandemia?
-Durante todo este tiempo estuvimos con un 3% y 5% de la operación regular. Fue un período muy difícil de afrontar, no sólo para nosotros sino para todas las líneas aéreas. Poco a poco vamos saliendo en Europa. El lunes empezamos a operar en los distintos destinos dentro de España, con muy buenas ocupaciones que están dentro del 80% y 90%, y con vuelos hacia y desde las islas al 100% para la semana que viene. Vemos ciertos brotes verdes y buena performance en doméstico y vuelos regionales. En viajes a Latinoamérica, si bien se empezó a mover, estamos con niveles de reservas todavía bajos.
¿Cuál es el plan de reactivación a nivel internacional?
-En julio empezamos a volar por Europa y la idea era comenzar a viajar el 15 de julio a países de Latinoamérica que abran las fronteras, desde la comunidad europea a estos destinos y viceversa. Casualmente esta semana están reunidos en Bruselas para definir qué va a pasar con los extracomunitarios. Estimamos que habrá un comunicado al respecto entre lunes y martes.
En el caso particular de Latinoamérica, ¿tienen definido un esquema tentativo de regreso a la actividad?
-Nosotros operamos a 15 países y 22 destinos dentro de América. Sabemos que en Argentina y Colombia no se puede operar hasta septiembre. Lo mismo pasa con Panamá. Ya definimos esos tres porque así lo decidieron sus gobiernos. Después tenemos intenciones de ir a Montevideo a partir del 15 de julio y estamos pidiendo vuelos humanitarios en caso de que el gobierno no abra las fronteras. Notamos mucha demanda de pasajeros saliendo de Uruguay y muchos uruguayos queriendo entrar. Con unos protocolos especiales, la idea es empezar con tres frecuencias en ese mes y esperamos que en agosto se abran las fronteras. Lo mismo ocurre con Brasil, en San Pablo, pero dependemos de la apertura, al igual que con Perú. Sí están definidos República Dominicana, Cancún y La Habana. Paraguay viene manejando bien la cuarentena, pero vemos que están ultimando las pautas sanitarias, así que estimamos que en agosto será una de las fechas que determine su gobierno. En tanto, Bolivia ya tiene protocolo, pero los casos de COVID-19 en Santa Cruz de la Sierra se dispararon, así que también quedará para agosto o septiembre.
¿Cómo se hace para diagramar todos estos detalles operativos en medio de la incertidumbre que reina a nivel mundial?
-Es complejo. Creo que las tarifas flexibles vinieron para quedarse para darle seguridad al cliente por si tiene que cambiar el viaje. Obviamente, si ocurre un tema de cierre de fronteras está más que claro que la compañía emitirá un voucher para que lo utilice cuando quiera. Incluso Air Europa se lo reembolsa si no lo utiliza en el lapso de 12 meses. En Argentina, además, tomamos la decisión de que se respeten la ruta, la temporada y la cabina para cualquier fecha, volando hasta el 31 de agosto de 2021. Dimos mucha libertad y espacio para que la persona pueda definir su viaje. Esa es la clave para que ellos decidan. Esto es para tickets ya emitidos y para pasajes cancelados. Para comprar ahora hay una promoción de 699 dólares todo incluido a España, con dos cambios sin penalidad para adquirir hasta el 5 de julio de este año.
¿Actualmente están manejándose con el protocolo que lanzó OACI?
-Sí. EASA, que maneja la seguridad aeronáutica en Europa, adoptó los protocolos de OACI y IATA. Nosotros, como nunca dejamos de operar, los fuimos probando de menor a mayor, con operaciones que representaban un 2%, hasta hoy que estamos cerca del 15% del total de la operación de la compañía. Para septiembre, cuando estemos yendo a Latinoamérica, Europa y a nivel doméstico, nos encontraremos en un 35%.
¿Con qué factor de ocupación retomaron las operaciones domésticas en España?
-Estamos entre un 80% y un 90%. Hay que recordar que tenemos una operación al 15%. De todos modos, es una cifra muy buena. Los destinos de playa son los que mejores números tienen. El hecho de salir a viajar fue un desahogo para la gente. Obviamente, la oferta es más chica y queremos entender si esto será como una L, con un comienzo muy alto y un posterior amesetamiento. También estamos viendo que la anticipación de compra es muy corta, con no más de 10 días. Eso muestra cómo van a ser las ocupaciones a muy corto plazo y limita programar una mayor oferta con tiempo.
¿La proliferación de ofertas, la flexibilidad a la hora de cambiar y cancelar, y esa corta anticipación para la compra serán las características que adquirirá el mercado aéreo de acá en adelante?
-En el corto y mediano plazo, sí. Creo que veremos mucha oferta en todos los segmentos durante los próximos seis o siete meses. Debemos tener en cuenta que comenzaremos a competir entre destinos. Antes en Europa competíamos solamente con los que volaban al continente y ahora empezaremos a hacerlo contra otros. Ante un tamaño más chico del mercado, no sólo trataremos de captar al pasajero que quería viajar a Europa, sino también al que se iba a Estados Unidos o al Caribe. Habrá competencia en ese sentido, así que todo lo que son promociones vinieron para quedarse para los próximos seis a diez meses.
¿Cuál es la posición de Air Europa con respecto a la idea de dejar libre los asientos del medio para distanciar más a los pasajeros cuando estén a bordo? Hay algunas compañías que ya lo hicieron, mientras que otras se niegan.
-Tanto IATA como EASA y la comunidad europea no recomiendan esta práctica. Lo vamos a hacer en los vuelos de Air Europa que no tengan mucha ocupación y permitan este distanciamiento, pero no es necesario. Creo que todas las aerolíneas, al principio, esperan una demanda más pequeña y por eso utilizan eso como una herramienta de marketing para promocionar. En el caso de Argentina, el ministro de Transporte, Mario Meoni, comentó que esa es una de las ideas a implementar en los vuelos domésticos.
¿Una medida de ese estilo llevaría inevitablemente a un aumento de tarifas?
-Sí, totalmente. Hay dos cosas a tener en cuenta. Todas las compañías estamos estimulando el mercado con mucha oferta para volver a dinamizar a la industria e intentar regresar lo antes posible a los niveles de demanda previos al COVID-19. Sabemos que nos va a costar dos o tres años, pero mientras el crecimiento sea constante seguiremos invirtiendo en oferta. Si el mercado no consigue tomar fuerza y esta recuperación no es constante, este tipo de prácticas no sólo nos llevarán a aumentar precios de pasajes, sino que el turismo tendrá que clasificarse de manera diferente. Deberemos comenzar a subir costos porque no habrá demanda. Nuestra estructura de costos es fuerte y en dólares. Para mantener el estándar del servicio que exige el cliente necesitamos mantener un ingreso mínimo.
¿Cómo ves la situación de la industria aérea en América Latina?
-El gran dilema es entender cómo va a quedar la economía en la región. Esta industria se mueve mucho a la par de la situación económica. Siempre que hacemos un estudio de oferta y demanda vemos cómo evoluciona el PBI de cada país, y notamos que la oferta se mueve al ritmo del crecimiento de esa variable. Latinoamérica todavía está atrasada en cantidad de pasajeros que utilizan el avión por habitante. Hay mucho para crecer. Si la economía se atasca demasiado, será un momento bastante duro para las aerolíneas de la región. Realmente tendremos que pensar en una nueva industria en cuanto a oferta en todo el continente.
¿Piensan que las operaciones hacia América Latina tardarán más tiempo en recuperarse? ¿Y qué segmentos creen que se moverán primero?
-Empezamos desde atrás porque Europa ya abrió fronteras. Acá todavía estamos en un momento de picos de la pandemia. No esperamos que se abran la mayoría de las rutas hasta agosto o septiembre. Después creemos que habrá una recuperación mucho más rápida de los vuelos de corta y media distancia, y una un poco más lenta en los de largo radio. Todas las aerolíneas estamos viendo los mismos comportamientos en la demanda. Tenemos tres grandes barreras que sortear en el corto plazo: primero, la apertura; segundo, los vuelos de largo recorrido; y en tercer lugar, cómo quedará la economía. Al principio, nosotros vemos una demanda muy fuerte del corporativo, que serán los primeros en empezar a moverse. Luego vienen las visitas familiares y gente que se mueve por necesidad. En España tenés mucha gente de Ecuador, Colombia y Bolivia que va a la cosecha. También hay muchos uruguayos que van a esquilar a ovejas a Europa. Hacia fin de año hay movimiento de instructores de esquí, que es una comunidad de argentinos de entre 4500 y 10.000 personas en temporada. En verano tenés todo el segmento de bañeros latinoamericanos que llegan hasta las costas de los destinos europeos. Más tarde, el turismo, de a poquito, a medida que la gente tome confianza, tomará decisiones para viajar en el largo radio.
¿Cuando vuelvan a operar en Argentina lo harán con frecuencias reducidas?
Sí, así es. En todos los países de América a los que volábamos de manera diaria estamos volviendo con tres frecuencias. Ese es el caso de Buenos Aires, y a Córdoba íbamos con seis frecuencias y también regresamos con tres. A los lugares a los que no llegábamos todos los días retornaremos con dos y a los destinos más vacacionales, como Cancún, La Habana y Punta Cana, lo haremos una vez por semana.
¿Qué piensan de la decisión de ANAC de reiniciar los vuelos internacionales a partir del 1° de septiembre?
-En ese momento se la interpretó como una medida apresurada. Creíamos que había tiempo para tomar esa decisión. Nadie vendía porque no había movimiento en abril. Hoy, que ya estamos entrando a julio y vemos que Argentina aún no llegó a su pico, la vemos como una decisión normal. No digo correcta, porque se podría comenzar a mediados de agosto si es que el pico llega en los primeros días de julio. Nadie se enojó por esto, la decisión ya está tomada. Ahora tenemos que trabajar juntos con el gobierno. Yo llamé personalmente a Matías Lammens y me puse a disposición. De hecho, después me contactó el equipo del Inprotur para avanzar en ideas para traer extranjeros al país.
¿Qué pasó con el vuelo Madrid-Puerto Iguazú que habían extendido hasta septiembre? ¿Habrá una extensión más, ya que no se pudo llevar a cabo por la pandemia?
-Lo extendimos hasta septiembre por la temporada alta europea. Después vendrá una baja y no sabemos cómo será la recuperación de la demanda. Es muy apresurado pensar si volveremos o no en la próxima alta. El tiempo lo dirá. Air Europa, a través de su código compartido con Aerolíneas Argentinas, volando vía Ezeiza y Córdoba, tiene conectividad con Iguazú. Trabajaremos con las autoridades del Gobierno nacional y con las de Misiones para tratar de llevar pasajeros y promocionar al destino.
¿Cuánto tiempo tomará volver a los niveles previos al COVID-19?
-Los estudios que hay hablan de dos a tres años. Yo soy bastante optimista y creo que, así como hubo una caída fuerte por el lockdown, también va a ser fuerte el crecimiento cuando se recupere la oferta. La mayoría de las aerolíneas empezaron con el 19% del total de su operación y otras con el 40%. Nosotros estaremos en el 35% a partir de septiembre. Hasta que eso se recupere nos llevará dos añitos. No podemos dar pasos en falso porque el impacto que tuvimos en estos meses fue muy grande a nivel caja. Hay buenas noticias de parte de los gobiernos de países europeos en los que estamos nosotros, porque extendieron una mano con créditos para las compañías. Dos o tres años creo que es un tiempo más que prudencial para recuperarse.
¿Cómo hay que lidiar con el miedo de una porción de los pasajeros a subirse a un avión luego de la pandemia?
-Más que miedo de subirse al avión, está el temor del cierre de fronteras una vez que el pasajero está en destino. Ese es el principal miedo de la gente. Durante el primer año, hasta que esté la vacuna, el crecimiento será exponencial porque partimos de cero, pero va a ser más lento que después de la vacuna. En nuestras encuestas observamos que del 40% al 50% quiere volver a volar dentro de los primeros seis meses. Hay una demanda reprimida y cuando se abra todo querremos viajar. Después de 100 días de estar guardados y de respetar la cuarentena, queremos salir y disfrutar la libertad. La gente buscará salir, ya sea en el corto recorrido o con viajes al exterior.
¿Qué política adoptaron en torno a los equipajes de mano y los servicios de comidas?
-Nosotros estamos recomendando que no lleven equipaje de mano, sólo la mochila donde se guardan documentos y computadora. El resto recomendamos despacharlo. Es una medida que nos permite dinamizar el proceso de embarque y desembarque y no tener contacto, porque la fila se detiene, un pasajero se frena al lado tuyo, estornuda, etcétera. Estamos implementando unas bolsitas de picnic con utensilios y comida fría, y solamente manipularemos la comida caliente que se sirve en el momento. En clase Economy se dará una botellita de agua para que la abra el pasajero y se sirva él mismo. Todos nuestros tripulantes usarán barbijo y guantes, y entregaremos mascarillas a los clientes por las dudas de que se les humedezca el que tienen. Habrá toallitas sanitizantes para limpiarse las manos.
¿Se fortalecerá la comercialización directa en una primera etapa?
-La primera foto que tenemos, aunque es pronto para tomarla como tendencia, es que la venta directa es lo primero que se empezó a mover. Primero porque el pasajero entra a la página de la aerolínea para chequear y termina comprando. Eso quizá sea así hasta que abran las agencias y las OTA y empiecen a promocionar. Ahí ellos también comenzarán a vender. Hoy la venta directa de la página web de la empresa está en niveles del 60%, cuando en época normal es del 24% en la región.
¿Habrá que repensar estrategias de confección de redes y de distribución de frecuencias, teniendo en cuenta que hay destinos que no están manejando bien la situación?
-Totalmente. A nosotros nos pasó. La misión de Air Europa es conectar Europa con América. El 58% de los pasajes que vendemos en la región va más allá de Madrid, por lo cual dependemos al 100% de la red de Europa, y esta última depende en su totalidad de la red de América. Si Brasil se demora en arrancar por cualquier motivo, los vuelos de Madrid a Lisboa o a Porto, que son los principales destinos de los brasileños, se verán afectados en la oferta porque te falta el 70% de la ocupación de esos lugares. Es súper complejo para nosotros porque dependemos, no sólo de la demanda, sino de la decisión de los gobiernos de abrir la oferta. Eso, a su vez, termina golpeando a los gobiernos que reciben a esos viajeros.