La cadena francesa Accor eligió San Isidro, uno de los barrios más exclusivos de Lima, para abrir un nuevo hotel boutique. Manto Lima MGallery ocupa un edificio construido a fines de la década del 90 como apart hotel. Totalmente remodelado, ahora ofrece 64 habitaciones premium para vivenciar una experiencia diferente en una ciudad que pretende atrapar a los turistas por varios días en su trayecto hacia Cusco, Arequipa o Tacna, y también aparece como alternativa de cara a la final de la Copa Libertadores próxima a disputarse el sábado 23 de noviembre entre River Plate y Flamengo.

En la época del Virreinato del Perú y los primeros años de la República (1560 a 1860), las mujeres cubrían sus cabezas y rostro con mantones de seda que dejaban solo un ojo al descubierto. “No queríamos hacer algo literal, terminar en algo kitsch”, dijo la arquitecta Ana María Villanueva en declaraciones a los medios argentinos.

La planta baja original sufrió la mayor intervención. Se tiraron casi todas las paredes para ampliar el espacio y crear una continuidad entre el lobby, la biblioteca, el bar y el restaurante. Villanueva explica que incluso buscaron relacionar el hotel con la calle. Poco antes de la remodelación, el municipio había transformado Los Libertadores en una zona de prioridad peatonal, con bicisenda, canteros y bancos. Aprovechando esa situación, los proyectistas idearon una terraza que sirve de transición entre las áreas comunes de la planta baja y la vereda.

“Nos pareció bueno tener espacios que simulen estar adentro pero afuera. Para ello pensamos en el balcón limeño, donde nadie te veía pero tu sí podías ver”, destaca Villanueva. En efecto, en el casco histórico de Lima casi todos los edificios de más de un piso están ornamentados con balcones cerrados con celosías de madera. ”Hicimos tres de estas piezas: en el bar, el restaurante y otra en la entrada”, concluyó.