Argentina es un país que  siempre se caracterizó por su amabilidad con el pasajero extranjero.
Por idiosincracia siempre miramos más hacia afuera que hacia adentro, lo que nos llevó muchas veces a adoptar culturas foráneas en detrimento de la propia.
Algo ha cambiado ultimamente en nuestra forma de pensar que nos llevó de ser los mejores anfitriones del mundo a mostrarnos como un pueblo discriminador y xenófobo a la vez.
Las medidas que tomó nuestro país para evitar un contagio ?masivo? resultan sorprendentes, seguramente costosas, y por sobre todas las cosas ridículas.
La llegada de pasajeros del hemisferio norte a Ezeiza es bochornosa... Todos los funcionarios del aeropuerto esperan con  barbijos puestos (barbijos que no son reemplazados cada dos horas)…
En el mismo contexto los pasajeros que llegan deben completar un formulario terriblemente mal confeccionado donde el viajero debe colocar tres veces el número de vuelo, y dos veces su nombre, además de estar traducido del portugués al inglés y finalmente al español.
Ademas, el pasajero debe pasar frente a unas cámaras que poseen un sensor de temperatura que emite las emanaciones de calor del cuerpo, sin contemplar la posibilidad de que ese pasajero podría haber tomado un simple analgésico antifebril dos horas antes de aterrizar, escondiendo la sintomatología de la enfermedad.  
Tanta parafernalia tecnológica para que una simple aspirina la boicotee.
Acompañando las fobias gubernamentales se destaca la vergüenza ajena que provocaron algunos pobladores del departamento mendocino de Godoy Cruz al apedrear e impedir el paso de un ómnibus procedente de Chile con un pasajero con síntomas febriles.
Que pasaría si nos hubieran hecho lo mismo por ser Argentina un país infectado por el virus del dengue, y cuyo transmisor, el mosquito Aedes aegypti, se puede trasladar en cualquier tipo de vehículo, incluído el avión?
En las conclusiones de la 9º Cumbre de la WTTC se resaltó que “no hay motivos para que las personas dejen de viajar, ya que eso no impedirá un posible avance de la pandemia de gripe”.
La actitud de los funcionarios argentinos escapa de la lógica del resto de los gobiernos del continente y nos muestra una vez más haciendo el ridículo frente al mundo.
Manuel Sierra
msierra@mensajeroweb.com.ar