Coincidiendo con la marcha de “Ni una menos”, la semana pasada la AHRCC celebró sus 111 años de existencia, y, como todos los años, fue la plataforma de lanzamiento de agradecimientos y reclamos a la gestión política de la actividad turística en la ciudad y del Ministerio de Turismo de la Nación.
Con la presencia de los más altos dirigentes, funcionarios y sindicalistas -y algunas ausencias significativas- los discursos no defraudaron a la hora de escuchar los reconocimientos y enojos de cada uno de los oradores.
Ante un auditorio bastante ruidoso, Camilo Suárez centró sus palabras en la situación provocada por las normativas relacionadas con la basura, los alojamientos ilegales, y el proyecto de ley de los food trucks, dejando en claro la falta de respuestas de la Ciudad  a la hora de encontrar soluciones.
Dante Caamaño, haciendo honor a su calidad de dirigente gremial, abogó por la presión que los impuestos ejercen en la economía de los empresarios gastronómicos y el desfasaje que esto provoca en los sueldos de bolsillo de los trabajadores.
Horacio Rodríguez Larreta, finalmente, intento acercar posiciones invocando las 6 veces que había participado del evento en años anteriores, e insto a intentar encausar los reclamos a través del diálogo, aclarando que es la forma que siempre han encontrado en la Ciudad para conciliar posiciones.
Hasta ahí, nada fuera de lo normal, salvo por un pequeño detalle: Hace 9 años que la Ciudad de Buenos Aires  es gobernada por el mismo partido político, y los reclamos se suceden año tras año sin respuestas concretas en ese supuesto diálogo entre las partes.
Tal vez por error u omisión, lo cierto es que al dirigente le cuesta mucho exponer al funcionario públicamente, pero apagados los micrófonos la cosa cambia sustancialmente.
En el sentimiento de los empresarios turísticos porteños, el discurso de la pesada herencia es relativo en la ciudad, y la realidad pasa porque las medidas tomadas por los funcionarios macristas durante los últimos 9 años, con relación al turismo, han sido para ellos más perjudiciales que beneficiosas. 
De hecho Buenos Aires ni siquiera cuenta con un presupuesto digno para la promoción de una actividad económica que le reporta varios cientos de millones de pesos en impuestos, mostrando su desconocimiento y desinterés por hacer crecer el volumen del negocio turístico-que aporta miles de empleos calificados a través de más de 4.000 PyMES- algo que sí han hecho las ciudades más importantes del mundo, entre las cuales sin dudas está Buenos Aires.
Mientras el presidente Macri muestra en su gestión un acercamiento político cada vez más fuerte hacia el sector turístico, la ciudad permanece inerte y sin respuesta a los cambios que se suceden en la región. ¿Estarán viendo la misma película?