Sobran palabras
Después del pedido expreso de la Presidenta de la Nación para evitar anomalías en el desarrollo del servicio aerocomercial nacional, y de un pedido desde APLA para aumentar la plantilla de pilotos, se siguen produciendo inconvenientes que afectan a los usuarios.
Una semana atrás las pistas del Aeroparque Jorge Newbery retumbaban con el pedido de la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, a los gremios de “no paralizar el servicio” para evitar que las problemáticas que surjan “las pague el usuario”. Sin embargo desde la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas pareciera que se desoyó la solicitud ya que el viernes 24 de septiembre el vuelo internacional de Aerolíneas Argentinas de las 21:44, entre Río de Janeiro y Buenos Aires, nunca decoló.
A pesar de la expresa solicitud desde el Ejecutivo, las alteraciones parecen seguir siendo de la partida. Con el caso puntual del vuelo cancelado, más otras situaciones que se sucedieron en los días subsecuentes, que también derivaron en cancelaciones y demoras dentro del Aeropuerto Internacional de Ezeiza y de Aeroparque, que generan no sólo complicaciones para los pasajeros sino una situación de malestar generalizado en vistas de ubicar a algún culpable.
Teléfono descompuesto
Sin poder confirmar su versión, Jorge Pérez Tamayo, presidente de APLA, explicó que “el piloto hizo el descanso reglamentario, subió al avión al día siguiente y vino a Buenos Aires, con los mismos pasajeros.” Otras versiones indican que el dilema llevó a la intervención del propio Mariano Recalde, director de la empresa aérea nacional, para que los pasajeros finalmente fuesen transportados en un avión de Varig con bastante velocidad, con la única salvedad de que arribaron a Ezeiza en vez de Aeroparque.
La Presidenta había afirmado que “el servicio no puede ni debe ser interrumpido por ninguna causa que no sea un problema técnico”. Pérez Tamayo fue terminante al explicar la posición de su ente: “es lógico que la presidenta pida algo así, y hay un compromiso con este proyecto de recuperación de la línea de bandera. Si se acaba Aerolíneas Argentinas, ¿Me querés decir adónde van los nueve mil empleados”. Sin embargo la información oficiosa señala que fue un error en la organización de las tripulaciones, causado por las demoras en las partidas y/o decolajes que llevó a que algunos vuelos internaciones, como en este caso, se quedaran sin pilotos.
Al momento de dar las razones por las cuales el vuelo fue cancelado el directivo gremial se basó en lo que estipula el decreto 671/94 que especifica una cantidad de tiempo de servicio. “Esa tripulación se venció y si esa tripulación sale y tiene un accidente, más allá de la empresa, el responsable civil y penal es el comandante del vuelo. Como la gente de tráfico no se lo explica a la gente, se arma despelote.”
Más allá de la implicación evidente que es la poca importancia que se le dio al pedido de la Jefa de Estado, hay que tener en cuenta que cada episodio de este tipo que se hace público lleva a que la confiabilidad, la imagen y la marca de Aerolíneas se vean dañadas ante la sociedad.
Pensando a futuro
Es por lo menos llamativo que esto ocurra repentinamente y no exista forma de evitarlo. Y es más sugestivo que el problema se produzca después de que Pablo Biró, vicepresidente de APLA, señalara la necesidad de que se incorporen a las filas de trabajadores 300 pilotos más, a una aerolínea que al menos hoy registra un importante déficit económico.
El Presidente de APLA señaló la necesidad de contextualizar el pedido, ya que así hasta él mismo “consideraría que es una barbaridad. Acá dicen que hay un plan de flota y que van a traer una cantidad determinada de aviones, y si van a traer más aviones, nosotros como asociación profesional, le tenemos que avisar a la empresa que no vamos a poder volarlos a todos si los pilotos no nos alcanzan, es una regla de tres simple.” Además intentó mostrar los guiños de APLA hacia una buena relación con la empresa estatal aunque sin dejar la ironía de lado al exponer que “excepto uno o dos gremios, todos los demás firmaron las paritarias pero si me van a traer la cantidad de aviones que me van a traer, ¿Qué quieren, que vuelen sin pilotos?”.
Hay que recordar que un piloto requiere de seis meses de entrenamiento e instrucción para poder comandar una nueva aeronave, lo que implica una necesidad de adelantarse para evitar que el avión llegue al país, listo para ser usado, pero que no haya nadie preparado realmente para pilotearlo y que deba permanecer en tierra.
¿Quién es el enemigo?
Sin embargo, a pesar de los pedidos presidenciales, las justificaciones aparentemente racionales y los imprevistos, evidentemente hay un problema ya que “hay enemigos internos y externos que quieren que esto sea un fracaso y nosotros no lo vamos a permitir”, exclamó Pérez Tamayo para cerrar el tema pero a la vez dejar un gran interrogante sobre la cuestión.
Tras la solicitud de la presidenta Cristina Fernández, la situación queda aún más expuesta y pareciera el momento oportuno para poner atención sobre el asunto y buscar desde los diferentes lugares una solución que trascienda las palabras y que permita brindar un servicio sin interrupciones “por ninguna causa que no sea un problema técnico”.
El caso Mexicana