Poco a poco se acerca el ansiado recreo que propone la festividad y las ganas de planificar un mini viaje a alguno de los tantos destinos que ofrece la geografía argentina. En la región de Cuyo, La Rioja se destaca por sus atractivos naturales y culturales, y por las fervorosas celebraciones religiosas que transcurren durante estos días. El plan propone cuatro circuitos que incluyen aventura, descanso, naturaleza y fe. ¿Cuál elegís vos?

Circuito 1: Barreal de Arauco y Costa riojana
A 150 kilómetros al norte de la capital, por la RN75, reposan minúsculos pueblos sumergidos en la quietud. La Costa riojana, al pie de las Sierras de Velasco, está conformada por una cadena de poblados de menos de ochocientos habitantes, abrazados por pinos, nogales y álamos. El paseo se puede hacer en un día, saliendo, casi al alba, de la capital. En este corredor, los pequeños productores vitivinícolas idearon un nuevo circuito de vinos artesanales, que involucra a ocho establecimientos situados  en Sanagasta, Huaco, Agua Blanca, Aminga, Anillaco, Los Molinos, Anjullón, San Pedro y Santa Vera Cruz. En este punto hay un encanto secreto. Rodeado de cardones milenarios, el Castillo de Dionisio se destaca misterioso, como la obra de un  ermitaño, Dionisio Aizcorbe, que con sus propias manos y durante treinta años construyó su propio castillo, para que su pensamiento y filosofía de vida trascendiera a las siguientes generaciones.
La peña del Señor
En la misma zona de la Costa, durante Semana Santa se realiza el culto al Señor de la Peña. Se trata de una de las celebraciones emblemáticas de la provincia, y una de las devociones riojanas que congrega a peregrinos de todo el país.
Un gran peñasco ubicado en medio de El Barreal, de doce metros de alto que se asemeja al perfil de un rostro humano, es el punto de reunión de los feligreses que, el Viernes Santo, permanecen en vigilia a la luz de los fogones. La gran roca ha sido identificada con la figura de Cristo, lo que la transformó en un centro de fe. Sin embargo, se supone que ya los aborígenes adoraban a esta formación y ellos fueron quienes llevaron allí a los españoles, los que interpretaron el fenómeno como una manifestación del Dios cristiano.
Siguiendo estas coordenadas, El Barreal, una reseca planicie de suelo arcilloso de 7 km de largo por 4 de ancho, es desde hace unos años la meca riojana del carrovelismo y kitebuggy. Con la creación del complejo ‘Vientos del Señor’ se convirtió en un punto de encuentro para la práctica y enseñanza de ambas disciplinas. Provisto de cabañas refugios con asadores individuales, quinchos y hornos de barro, también permite acercarse a estas actividades de manera gratuita. Los paseos de bautismo se realizan con un instructor que conduce el carro y efectúa más de una pirueta para inyectarle una dosis extra de adrenalina a esta novedosa actividad, que se asemeja a navegar montado en el viento.  
Muy cerca del Barreal, en el Valle de la Puerta, el Parque Eólico Arauco es la nueva atracción de la zona. Los 12 molinos de viento, que ya están en funcionamiento, llaman la atención desde lejos y son como un imán. Estos 12 ejemplares, son solo parte de un megaproyecto que se perfila como el parque eólico más grande del país.
+ info: www.castillodedionisio.com.ar

Circuito 2: Famatina y Chilecito
Acorde a estos días de festividad religiosa, en Famatina, a 233 km de la ciudad capital, dirección noroeste, hay una celebración clásica que convoca a cientos de feligreses. En la iglesia de San Pedro está la única imagen del Cristo Articulado que existe en la Argentina, que data del siglo XVIII y que, por un sistema de cuerdas tiene la movilidad similar a la de un cuerpo humano. Es una imagen realizada en madera y revestido en cuero. Su cuello articulado le imprime movimiento a la cabeza, al igual que las extremidades superiores. La adoración al Cristo Articulado tiene su punto culmine durante el Viernes Santo,  cuando es descendido de la Cruz, por única vez en el año, y colocado en un ataúd para ser llevado en procesión.
Toda esta zona está atravesada por el afamado cablecarril La Mejicana. Las nueve estaciones enclavadas en lo alto de la montaña se esparcen por un recorrido de 35 kilómetros que impresiona de tan sólo imaginarlo. Esta obra data de 1905 y fue construida para trasladar oro y plata que brotaban sin límite de las sierras del cordón del Famatina hasta la estación del ferrocarril, en las afueras de la ciudad. En la actualidad, el magnífico paisaje que surca y la mina abandonada se han convertido en un particular destino turístico.
En Chilecito, el Jardín Botánico Chirau Mita es un paseo exótico. Único en Latinoamérica y tercero del mundo, una colección de 1800 especies de cactus, prolijamente acomodadas en un jardín aterrazado, simulando las construcciones incaicas, es, simplemente, asombroso. Plantas procedentes de México, Argentina, Namibia y Madagascar, entre otros puntos disímiles del planeta, se concentran en esta porción de La Rioja, con el objetivo de preservar la familia de los cactus, y difundir su importancia en la naturaleza. La propuesta finaliza con un museo arqueológico -paleontológico que exhibe valiosas piezas de las culturas Aguada e Incaica, entre otros objetos.
Consultar por tarifas y horarios de Semana Santa
+ info: Chirau Mita: Patricia Granillo; 03825-15664304
+ info: www.cuestavieja.tur.ar

Circuito 3: Parque Nacional Talampaya
Otra de las inmensidades vírgenes que acuna la provincia es el cañón de Talampaya. La acción del tiempo y del viento han tallado figuras de piedra que resplandecen bajo el sol que asoma casi los 365 días del año, o bajo la luna llena que ilumina el cielo de plata, cinco veces al mes. Esta novedosa manera de conocer el parque permite escapar del ardor del desierto y fotografiar La Catedral, una de las paradas del circuito, con sus agujas góticas teñida de los colores de la noche. La excursión dura casi tres horas, y comienza en el acceso principal.
El cañón Arco Iris es el recorrido más íntimo y solitario, y promete una conexión exclusiva con el período Triásico. Abierto al público desde hace 4 años, es un universo de infinitas tonalidades. El circuito demanda poco más de tres horas, en una combinación de caminata y camioneta. Luego de cientos de curvas tapizadas por escamas de barro, se llega al punto de partida para el trekking de una hora y media, o dos kilómetros. La caminata sucede entre paredones multicolores que alcanzan los 90 metros de altura, decorados caprichosamente por la acción del viento y el agua, que hace millones de años cubría todo. Lo mejor de este circuito es la posibilidad de vivirlo en primera persona, en directo y sin la interferencia de vehículos, en comunión con un paisaje singular.
Consultar por tarifas de Semana Santa
+ info: Rolling Travel, www.rollingtravel.com
+ info: Cooperativa Talampaya. Tel.: 03822-431976

Circuito 4: Reserva Natural Quebrada de los Cóndores
En el vértice sur riojano, a 190 kilómetros de la ciudad capital, la Quebrada del Cóndor es un claro ejemplo de que aún restan sitios por descubrir. El viaje a la reserva natural se efectúa en vehículos doble tracción y parte desde Tama  hasta la Sierra de los Quinteros. Bendecidas por una remota geografía, estas singulares serranías de rocas de granito, protegen al 80% de esta comunidad de cóndores andinos, integrada por 150 ejemplares.  
El puesto rural de Santa Cruz de la Sierra es el punto base para alcanzar la Quebrada de los Cóndores. Aquí, una centenaria casa oficia de posada para los viajeros que eligen la magia de este sitio riojano. Desde este puesto sale una cabalgata hacia una bella saliente montañosa cercana al hogar de los dueños del lugar: los majestuosos cóndores que planean orondos el firmamento riojano. La cabalgata dura casi una hora y media hasta el Mirador de los Cóndores.