Malvinas añade otro capítulo a su polémica historia
Gran parte de los insumos médicos, de los libros de texto, del turismo y de la tecnología que reciben los habitantes de Malvinas, llega a bordo de los aviones de LAN. Pero los vuelos semanales de la compañía chilena a ese destino, significan algo más que una vía de abastecimiento.
Gracias a ellos, los kelpers, como se denominan los pobladores del remoto archipiélago, se sienten vinculados al resto del mundo. De ahí que las autoridades en Puerto Stanley estén alarmadas por la posibilidad de que Argentina declare un bloqueo aéreo sobre las islas.
En su afán de obligar a Gran Bretaña a negociar la soberanía de Malvinas, el gobierno de Cristina Kirchner logró convencer a los países miembros del Mercosur de cerrar sus puertos a barcos con bandera kelper. Las naves que portan el estandarte de la Union Jack, con una oveja al lado derecho y el lema de "Desire de Right" (Desea lo Justo), no pueden atracar en los muelles de Brasil, Chile o Uruguay. En los próximos días, Perú podría sumarse al boicot.
A juicio de la diplomacia argentina, las últimas declaraciones de David Cameron, en las que acusó al país gaucho de ser un estado colonialista, demuestran que la estrategia del boicot es acertada, ya que logró sacudir al primer ministro británico de su indiferencia. No obstante su dureza, el efecto de esa medida, puede diluirse con el tiempo. Por ello, la última carta que se jugarían los argentinos, si el gobierno de Su Majestad no se sienta a la mesa de negociaciones, sería la de cortar los vuelos hacia el territorio en disputa.
Según informa el diario Perfil, en la Cancillería hay reuniones reservadas y en todos los niveles, para discutir el tema del bloqueo aéreo. Quienes participaron el jueves pasado en un debate a puertas cerradas en el edificio de la calle San Martín, salieron de la reunión como si hubieran estado en el bunker del Estado Mayor.
"Hay que ver cómo respondería Argentina si los británicos deciden reforzar su presencia militar en Malvinas", deslizó uno de los funcionarios a la prensa. El mero hecho de que no se brindara otra información –Cristina Kirchner nunca ha logrado atajar las filtraciones de su equipo- demuestra que en este caso, los que comparten el secreto son conscientes del peso de su responsabilidad.
Es improbable que el gobierno de Sebastián Piñera suspenda los vuelos de su compañía bandera a Malvinas. El diputado chileno Jorge Tarud señaló que su país mantiene una política de cielos abiertos y que "siendo LAN una empresa privada, no se la puede obligar a que suprima uno de sus itinerarios".
Aparte de esas consideraciones, al impedir que los barcos malvinenses atraquen en sus costas, Chile ya vulneró sus tradicionales lazos de amistad con Gran Bretaña.
"Cortar los vuelos sería una medida incomprensible para los chilenos, que se consideran los ingleses de Sudamérica. No olvidemos que Chile permitió a los navíos y a los helicópteros ingleses que repostaran en su territorio, durante el conflicto de las Malvinas (1982)", sostiene Gabriel Puentes, analista estratégico de la Universidad de Chile.
Partiendo de la premisa de que el gobierno chileno no querría sacrificar sus relaciones con Londres en el altar de Malvinas, quedaría la opción de tratar el asunto con los propios directivos de LAN. Convencerlos de que suspendan los vuelos al menos durante los actos que se llevaran a cabo en abril, al cumplirse 30 años de la Guerra de Malvinas.
"Si eso tampoco funciona, otra alternativa sería crear las condiciones para que LAN no pueda cumplir con ese itinerario. Por ejemplo, cerrar por unos días el espacio aéreo al sur de Argentina (por donde pasan los vuelos hacia Malvinas), bajo el pretexto de un ejercicio de la fuerza aérea. La cuestión es si Cristina Kirchner está dispuesta a comprometerse con un acto de abierta hostilidad", afirma el anali