La información que se publicó en los últimos tiempos en varios medios de prensa internacionales nos descubre una situación que derrama un manto de oscuridad sobre el proceder de los representantes del gobierno de los Estados Unidos para favorecer a las aerolíneas más grandes de ese país y así evitar la competencia de otras importantes compañías aéreas, especialmente aquellas del área del Golfo Pérsico.
Así Kevin Mitchell, fundador de The Business Travel Coalition, y OpenSkies.travel, publica en el medio digital ETurbonews.com una nota donde se pregunta qué pensarían los ciudadanos de ese país si supieran que muchos congresistas anteponen sus propios intereses antes que los de sus representados permitiendo que los miembros del Congreso dupliquen y hasta tripliquen sus reservas para los vuelos entre sus hogares y Washington y nunca se les cobre nada por sus modificaciones, cuando al ciudadano común un solo cambio les puede salir cientos de dólares. 
Lo que nos dice la nota es que las aerolíneas cultivan una relación muy íntima con los Congresistas ya que éstas son generosamente beneficiadas cuando los miembros de las Cámaras legislativas responden favorablemente a las solicitudes de los lobbystas de las aerolíneas. 

La carta de la discordia
Las grandes aerolíneas estadounidenses -Delta AirLines, United Continental y American Airlines- fueron las primeras en abrir fuego contra las aerolíneas del Golfo (leáse Emirates Airlines- Qatar Airways y Etihad) hace unas semanas cuando, a través de una carta que fue refrendada por 262 miembros del poder Legislativo, le pidieron a la Casa Blanca que pusiera freno a la expansión de sus rivales del Golfo en el tráfico intercontinental, acusándolas de competencia desleal por las ayudas públicas que perciben. 
Según denuncian las ayudas de sus respectivos gobiernos durante la última década, cifradas en unos 42.000 millones de dólares, les habrían sido entregadas en forma de  generosísimos subsidios para el combustible que consumen o mediante el cobro en sus países de tasas aéreas ventajosas en relación a las de sus rivales.
El contenido de la carta solicita el congelamiento de la autorización de nuevos servicios a las aerolíneas del Golfo, “sin darle la oportunidad a estas tres aerolíneas de hacer su descargo, y sin mencionar la evidente hipocresía de la industria aerocomercial norteamericana que ha sido una de las más subsidiadas y ayudadas en la historia moderna”, dice Kevin Mitchell.   

La respuesta
Obviamente la respuesta no se hizo esperar y ahora son las aerolíneas del Golfo las que acusan a sus pares norteamericanas de recibir subsidios por valor de más de 70.000 millones de dólares, un importe muy superior al que critican. Según un estudio elaborado por encargo de Etihad, las tres grandes aerolíneas estadounidenses (DL, AA, UA) y las compañías que han ido absorbiendo o fusionando en los últimos años habrían percibido subsidios por valor de casi 71.500 millones de dólares desde el 2000.
Y agregan “los subsidios que sólo están disponibles para compañías de Estados Unidos crean un mercado distorsionado en que el resto de aerolíneas tienen que competir”. 
Según el estudio de Etihad, elaborado por la consultora The Risk Advisory Group, los grupos aéreos norteamericanos habrían recibido las ayudas gracias fundamentalmente al régimen especial recogido en la ley de quiebras (Chapter 11) y al que todos se han acogido en algún momento. Las compañías norteamericanas habrían recibido ayudas por 35.460 millones de dólares por esta vía. Y, en paralelo, también habrían obtenido otros 29.400 millones a través de la Corporación de Garantía de las Pensiones del Gobierno de Estados Unidos. El informe de Etihad concreta que United recibió ayudas por valor de 44.400 millones; Delta Airlines, por 15.020 millones; y American por otros 12.050 millones.

Van por más
Pero no se queda allí el tema, ahora que las aerolíneas norteamericanas han asegurado una inmunidad antimonopolio para sus alianzas globales y alcanzaron una consolidación de la industria aerocomercial, quieren bloquear a los nuevos competidores. Los miembros del Congreso están dispuestos a tenderles una mano para construir esta fortaleza americana ayudando a las aerolíneas continuando con la cruzada para prevenir que Norwegian Air International se introduzca en Estados Unidos con sus vuelos a precios competitivos, por un lado, y por el otro permitiendo a las aerolíneas desarrollar estrategias globales que incrementen sus ingresos evitando la nueva competencia de las aerolíneas del golfo.

El peligro del Golfo 
A las críticas procedentes de Estados Unidos, les siguieron una nueva oleada de acusaciones desde Europa. Air France-KLM y Lufthansa, los grupos más afectados por la expansión de las aerolíneas del Golfo en el tráfico entre Europa y Asia, comandan la ofensiva en el Viejo Continente. Los gobiernos de Francia y Alemania solicitaron a la Comisión Europea que limite la concesión de derechos de vuelo a aerolíneas extranjeras que se apoyen en subsidios ilegales. Un embate, por lo demás, que ha roto la patronal aérea europea. Iberia, British Airways, Air Berlin y Alitalia (todas ellas con aerolíneas del Golfo en su accionariado) han abandonado la Asociación de Aerolíneas Europeas en respuesta a los ataques.
Las compañías de los países del Golfo se han erigido en nuevos protagonistas de la aviación mundial. Emirates (Dubai), Qatar Airways (Qatar) y Etihad (Abu Dhabi) se han convertido en los instrumentos de los gobiernos de los respectivos emiratos para ejecutar su aventura estratégica de convertir la región del Golfo en el gran punto de enlace en el tráfico aéreo internacional.
Las tres aerolíneas, con sus flamantes aviones nuevos y con sus servicios de primera calidad, quieren ser la herramienta para gran parte del tráfico de interconexión entre Asia, Europa y Estados Unidos. Y, con ello, están rascando poco a poco cuota de mercado a las compañías europeas y estadounidenses que hasta ahora controlaban ese mercado intercontinental. De ahí los reproches, las acusaciones, la guerra de cartas y ahora también las acusaciones cruzadas de uno y otro lado.