Capillas serranas
Emprender un viaje guiados por el turismo religioso puede resultar un intenso periplo en la provincia de Córdoba. Son tantos los atractivos que se erigen a base de fe, historia y arquitectura religiosa que resulta difícil señalar en un mapa los principales sitios que merecen una visita, sin olvidar ninguno.
La propia capital cordobesa ofrece cuadras enteras de templos imbuidos del pasado jesuita. Esto se repite en localidades como Jesús María, Colonia Caroya, Alta Gracia y zonas serranas, donde aparecen capillas de las estancias jesuíticas, como el caso de La Candelaria. Se trata de verdaderos tesoros culturales que, cada año, atraen a miles de turistas argentinos y extranjeros.
Sin embargo, perdidas entre la frondosa vegetación de las serranías cordobesas también aparecen otras capillas ignotas, cargadas de belleza arquitectónica y pasado cultural. A lo lejos, la blancura de sus muros de adobe y sus rojos tejados contrastan con el verdor del paisaje que, por estos días, cobra fuerza en algunas regiones de la provincia gracias a las lluvias, a pesar de los incendios de meses atrás.
Gran parte de esos templos de adobe fueron levantados por órdenes religiosas como los jesuitas, o bien son el resultado del ingenio de cordobeses que vieron en las iglesias otra manera de expresar su creatividad. En vísperas de Navidad, armar un listado de capillas que no integran los circuitos de las estancias pero que valen la pena implica incluir a la Capilla de San Pedrito, en San Pedro Viejo; la Iglesia de San Marcos, en San Marcos Sierra; la Capilla de Candonga, en Sierras Chicas, y la Capilla de Buffo, en Unquillo. Cada una resulta una reliquia que identifica a estas tierras mediterráneas.
Las llaves de la Historia
San Pedro Norte es una pequeña localidad del norte cordobés que forma parte del recuperado Camino Real. El poblado se encuentra a 180 kilómetros de Córdoba capital por la ruta 18, pasando por Deán Funes. Entre sus atractivos, cualquier viajero que decida hacer caminatas o cabalgatas puede reconocer las típicas palmas caranday y los vestigios históricos que aún perduran entremezclados en el paisaje. Uno de ellos es la Capilla de San Pedrito, el templo rural más antiguo de la provincia. Esta reliquia se encuentra en el predio de San Pedro Viejo, a cinco kilómetros de San Pedro Norte. Este exclusivo hotel de campo está orientado especialmente al turismo de alta gama. La estancia forma parte de la cadena Ten Rivers and Ten Lakes. Cuenta con siete habitaciones y mobiliario colonial. Dos llaves identifican a la marca, recordando las llaves del santo.
La estancia de San Pedro Viejo está ligada al hijo de Jerónimo Luis de Cabrera, fundador de La Docta. La construcción data del siglo XVIII y se vincula con el Camino Real, de allí que también tuvo una posta. En ella, durante la época de la independencia, descansaron próceres como Manuel Belgrano y José de San Martín, un plus que los turistas saben apreciar. La historia también habla de arrieros, comerciantes y criadores de ganado. Tradiciones que la estancia conserva mediante la crianza de caballos peruanos.
En el caso de la capilla, fue construida hacia 1600. Su singular belleza radica en la simplicidad de sus muros de adobe, potenciada por la inmensidad del paisaje que la rodea. En el atardecer, la imagen del templo reflejado en el lago del predio es una postal que identifica al turismo provincial. Su única torre cuadrada alcanza para identificarla. En el atrio aparece la imagen de San Pedrito, patrono de la zona, esculpido en una talla del siglo XVI. Quienes se alojan en el hotel aprovechan para escuchar misa y conocer de cerca un legado de la arquitectura colonial argentina.
Tierras del evangelista
Antes de que los españoles llegaran a Córdoba, la zona de San Marcos Sierra estaba habitada por comechingones y sanavirones, quienes tenían su propia cosmovisión para interactuar con los elementos de la naturaleza como el río Quilpo, que aún hoy recibe al turista en sus playitas de arena. Con el tiempo, esas tierras formaron la Estancia de San Jacinto y pasaron a llamarse Tay Pichin, “pueblo lindo” en quechua.
La presencia del colonizador en esta zona poco a poco fue opacando la adoración del sol y la Pachamama para dar lugar a nombres de santos, vírgenes y mártires de origen cristiano. Así fue como esta bella localidad ubicada a 130 kilómetros de Córdoba, por la ruta 38, comenzó a identificarse con la figura de San Marcos. El templo en honor al santo patrono se construyó entre 1691 y 1734, tal como reza un cartel con letra manuscrita en su fachada. Arriba de él aparece la típica cruz de hierro que identifica a este tipo de templos levantados, en gran parte, con la ayuda de los aborígenes. Al frente aparece la plaza Cacique Tulían, donde se concentran los turistas que recién llegan al poblado.
La capilla fue restaurada en 1876. Hoy, en su frente se ve una torre con orificios de campanas de forma ojival y una espadaña con dos orificios más la ventana coral. A cada lado del ingreso aparecen tres pilastras cuya textura imita a la piedra.
Tierra de miel, aloe vera, productos orgánicos, cultura hippie y ríos de aguas cristalinas, San Marcos Sierra es un lugar de paz, más allá de la creencia que se profese. Al menos eso transmiten el ritmo de los almacenes y la gente que se mueve a caballo por las calles del pueblo.
Huellas de mulas
Otra joya imperdible del turismo religioso cordobés es la Capilla de Candonga, dedicada a Nuestra Señora del Rosario. Representado en el papel y en el lienzo por cientos de artistas –entre ellos el mismísimo José Malanca–, este templo se encuentra en un vallecito, rodeado de vegetación autóctona y animales pastando. Al ir bajando por el camino de tierra que atraviesa las serranías para llegar l lugar, impacta ver sus muros blancos contrastando con el verde o los ocres del paisaje, según la época del año.
Algunos autores vinculan esta zona con antiguos invernaderos de mulas destinadas al Alto Perú, de allí que Candonga significa “mula de tiro” en lengua nativa. La capilla fue levantada en la primera mitad del siglo XVIII y reconstruida en 1948. Es un Monumento Histórico Nacional y un monumento a la arquitectura colonial.
Si bien muchos relacionan este templo con las estancias jesuíticas, su pasado no está ligado a esa orden religiosa. En sus comienzos fue el oratorio de la Estancia Santa Gertrudis, erigida en tierras de José Moyano Osácriz. En la fachada se divisa un arco cobijo que distingue a la edificación, incrementando su belleza. La capilla posee una sola nave sin cúpula, una espadaña de líneas curvas con orificios para las campanas y una linterna por donde ingresa la luz, en el medio de la nave.
Tal vez esa simplicidad es lo que más impacta a los turistas que viajan cerca de 55 kilómetros desde Córdoba capital para conocer esta iglesia escondida en las Sierras Chicas, cerquita de la comuna de El Manzano. Muchos de ellos aprovechan para pasar unos días en la Posada Las Perdices, un verdadero oasis serrano donde es posible dormir en habitaciones hechas con piedras, ladrillos y maderas. A través de sus grandes ventanas se observan los árboles autóctonos que rodean a estas construcciones de formas orgánicas. Disfrutar de la comida casera sin prisa, justificados por la tranquilidad del lugar, resulta otra página del viaje.
Arte celestial
En la zona de Sierras Chicas también aparece la Capilla de Buffo. Conocido como “pueblo de artistas”, Unquillo le rinde honor a ese slogan a través de esta singular construcción. Son tan artísticos, poéticos y cuidados los detalles de su edificación y decoración, que la obra trasciende ampliamente su perfil religioso.
La localidad de Unquillo está ubicada a 24 kilómetros de la Docta, por la ruta provincial E53. Famosa por sus carnavales, en sus calles se respira arte. Hogar de Lino Spilimbergo, Carlos Alonso y Alvaro Izurieta, entre otros grandes, nadie quiere dejar atrás Unquillo sin visitar un atelier o emprender algunos de los circuitos de turismo cultural.
Dentro del ejido municipal, a siete kilómetros, se encuentra Los Quebrachitos, donde están la Casa-Museo Guido Buffo y la Capilla de Villa Leonor, aunque generalmente al lugar turístico se lo conoce como la Capilla de Buffo. El sitio fue construido en la década de 1940 por Guido Buffo como tributo a su mujer e hija, fallecidas de tuberculosis. Buffo fue pintor, escultor, músico, astrónomo, inventor, sismólogo, científico, educador, filósofo, escritor e investigador de botánica y zoología.
La capilla-cripta tiene forma de caracol y en el interior aparece una serie de frescos muy atractivos, que simbolizan el cosmos, la fragilidad de la vida y la inminencia de la muerte. A diferencia de las otras capillas serranas coloniales, entre estas paredes simplemente se le rinde culto al amor.
Fuente: