Si hay algo por lo que será recordado el primer discurso de Javier Milei como presidente de la Nación será por la sinceridad y crudeza de su futuro accionar. Si bien no se sabe exactamente lo que va a hacer, el solo hecho de que diga que el futuro será complicado, eso lo vuelve, por lo menos, novedoso. Pero en el mismo nivel de sorpresa están los aplausos de aceptación de quienes seguramente padezcan las medidas que comiencen a tomarse a partir de esta semana. 

Este cheque en blanco que le da la sociedad no es algo nuevo (conquistó a un 55 % del electorado diciendo exactamente eso mismo: "ajuste" “no hay plata”), pero seguramente tampoco eterno, por eso será relevante lo que ocurra en las próximas semanas. 

En paralelo, en el submundo del turismo también es todo incertidumbre. Todo lo que no necesita el turismo. Aunque, por lo menos, desde el lado empresarial se está un poco acostumbrado a vivir en un escenario de reglas poco claras. De alguna manera, en el sector se siente que se da como ese cheque en blanco de la sociedad en general: esperamos y confiamos. 

Esta aceptación, sin duda, también incluye la idea de que se revierta la falta de reconocimiento que tiene el turismo en la nueva gestión. Que durante todo este proceso de armado del nuevo Gabinete la actividad no haya sido nombrada no solo por la nueva gestión, sino tampoco en los medios masivos, es una muestra de que aún persiste la idea de que el turismo sigue siendo el área de “las buenas noticias”. Por lo tanto, no llegó a calar en la sociedad el impacto que tiene en el PBI, en la generación de empleo y sostén que es para pueblos y ciudades a lo largo y ancho de nuestro país.


Quizás durante este tiempo el ojo estuvo puesto en explicar puertas adentro lo que es el turismo, como si todos los que trabajamos en la actividad no sepamos ya de su poder transversal y transformador. Evidentemente, lo que no se pudo es llegar por fuera de las fronteras del sector.
Durante los meses que duró el proceso eleccionario, desde este miedo se buscó llegar a las grandes figuras que dominaban la escena en ese momento. Políticos, economistas, empresarios y analistas se negaban a opinar sobre turismo "no, no puedo hablar, yo no sé nada de eso". 

Pero perfectamente podían esgrimir opiniones forzosas sobre otros complejos exportadores que están en la misma línea que la actividad en impacto y en ingreso de divisas. 
Sin duda, estos meses presenciamos escenas de clara ignorancia sobre lo que es la actividad, sus números y su alcance. 

La gestión que asuma en turismo tendrá esa ardua tarea por delante, porque lo que se busca no es un mero reconocimiento, sino más bien que no se lo use como rueda de auxilio cuando la realidad lo requiera y después vuelva al baúl del auto; dejando ahí adentro el trabajo y el esfuerzo de millones de personas que de manera directa e indirecta depende de lo que se haga con el sector.