Luego de tres años de cierre por una renovación que costó 120 millones de euros reabrió sus puertas La Mamounia, uno de los iconos de la hotelería de lujo en el mundo, con 210 habitaciones y pronósticos de 55% de ocupación para el próximo año.
Por los pasillos de La Mamounia asoman las múltiples leyendas que dejaron figuras como el primer ministro británico Winston Churchill, que pintaba sus jardines desde los balcones del hotel, o el cineasta Alfred Hitchcok, que rodó aquí en 1956 "El hombre que sabía demasiado", recordó un despacho de Efe.
Tanto como a los nombres ilustres, La Mamounia le debe su mística a su historia, que se remonta al siglo XVIII, cuando el sultán Sidi Mohamed Ben Abdelá regaló a cada uno de sus cuatro hijos un suntuoso jardín como presente de bodas. El segundo de ellos, Mamoun, recibió las ocho hectáreas alrededor de las cuales se erige hoy el hotel, que comenzó a albergar visitantes en 1923.
"La Mamounia es el Louvre de Marrakech. Todo aquel que viene a la ciudad quiere verlo, por eso he querido transmitir el sentimiento de que globalmente todo es una gran obra de arte", declaró el diseñador e interiorista francés Jacques García, encargado de la renovación.
La artesanía tradicional marroquí, como los 27.000 metros cuadrados de azulejo tradicional o "zelij" que decoran hasta el mínimo detalle, es la marca de la casa, y a su vez la responsable de que se haya dilatado tanto su reapertura.
Ese gusto por el lujo salta a la vista en lugares como el balneario y spa, que se ha construido en una de las alas del hotel y que cuenta con todas las comodidades, incluyendo el tradicional "hammam" o sauna húmeda.
El italiano Don Alfonso y el francés Jean Pierre Vigato, ambos chefs con dos estrellas Michelin, se ocupan de la comida en los dos restaurantes de mayor postín. En cuanto a deportes, en la pista de tierra batida espera Henri Leconte, finalista de Roland Garros en 1988 y ahora director de la escuela de tenis que instruirá a los clientes de La Mamounia.
Los precios seguirán estando entre 530 y 7.000 euros la noche, prohibitivos para la inmensa mayoría de turistas que visitan Marrakech y que hasta ahora se contentaban con acercarse a uno de los bares para degustar un Martini en el jardín.
Pero a partir de ahora, ni siquiera se permitirá esa pequeña concesión al placer efímero, según anunció el director del hotel, Didier Picquot. La Mamounia tiene previsto restringir el acceso a los no clientes, "lo que no impide que, si alguien quiere cenar en alguno de nuestros restaurantes, llame para hacer una reserva, que se atenderá siempre y cuando haya un sitio libre", dijo a Efe Picquot.