Zigzag del turismo y la economía
Como prueba de que el turismo puede ser el motor de la economía, en el Continente Europeo, pese a la crisis económica que atraviesan sus habitantes las industrias turísticas incrementan sus actividades.
Según los datos recolectados por el European Travel Monitor y el World Travel Monitor y los pronósticos de más de 50 expertos en turismo y científicos de todo el mundo, los viajes en Europa se incrementaron en un cuatro por ciento en comparación con el mismo período del año 2010.
El paradigma lo genera el enrarecido clima económico ya que este no afecta directamente a los gastos realizados dentro del sector, y que creció un dos por ciento.
También hubo un aumento en viajes internacionales con dirección al Viejo Continente que en los primero 10 meses del 2011 crecieron un 4.5 por ciento, habiendo trasladado nada más ni nada menos que 671 millones de pasajeros, que seguramente habrán aprovechado las oportunidades que ofrecían las diversas recesiones locales.
A pesar de todo
Un estudio realizado en 13 países preguntando si van a viajar el año que viene y con qué frecuencia. El resultado fue un sorprendente 43 por ciento dispuesto a viajar en 2012 con la misma frecuencia que el año actual, y un aún más sorprendente 27 por ciento tiene intención de viajar más, 20 por ciento anunciaron que viajarían menos que en 2011. El dilema, vale la pena insistir, es la poca seguridad financiera.
Además según estudios del Travel Confidence Index para Europa, habrá un crecimiento de un dos y hasta un tres por ciento, lo que indicaría un récord y se superaría al 2008.
El Dr. Martin Buck, director de Competence Center Travel y Logistics de Messe Berlin, comentó: “La industria europea del turismo navega este año con rumbo fijo y a buen ritmo pese a la comprometida situación de algunos países. Se destaca la estabilidad de los precios y las facilidades de reservas por Internet que hacen de Europa un destino atractivo para el turismo entrante y uno de los mercados que más turismo genera hacia el exterior”.
El hecho de compartir moneda y tecnologías –descontando las cortas distancias- hace que los europeos puedan pasear por todo el continente y no tener demasiadas pérdidas,.