La isla de Boracay, uno de los principales destinos turísticos de Filipinas, cerrará su acceso al público a partir del 26 de abril y por seis meses, siguiendo las instrucciones del presidente del país, Rodrigo Duterte, quien recientemente calificó el lugar como una "cloaca" por la contaminación de sus aguas.

Con 1.032 hectáreas y ubicada unos 300 kilómetros al sur de Manila, en 2017 esta isla recibió 2 millones de visitantes. Pero tras la recomendación de los departamentos de Recursos Naturales, Turismo e Interior y con el objetivo de solucionar los problemas medioambientales que sufre Boracay, el mandatario firmó la orden de clausura.

La amenaza de cierre de este destino de turismo de masas comenzó en febrero, cuando Duterte calificó la isla como una "cloaca" y aseguró que las aguas que bañan sus playas de arena blanca "huelen a mierda".

Desde entonces se plantearon varias opciones, entre ellas la clausura por solo dos meses al principio de la temporada de lluvias (julio y agosto) o un cierre por fases para modernizar el sistema de alcantarillado de la isla y evitar que hoteles, resorts y otros establecimientos emitan al mar vertidos de forma ilegal.

Alrededor de 36.000 personas verán afectados sus medios de vida, mientras las pérdidas podrían alcanzar los 56.000 millones de pesos (874.000 euros, 1.070 millones de dólares), según estimaciones.