SAM hizo su último vuelo
El histórico vuelo 500, que partió del aeropuerto ElDorado, de Bogotá, a las 4:30 de la tarde, con rumbo al José María Córdova, de Rionegro, fue una mezcla de nostalgias, lágrimas, fotos y brindis. A las cuatro de la tarde, cuando los desprevenidos pasajeros abordaron la nave Fokker 100, no sabían que ingresarían a la historia de la aviación mundial. Sus nombres reposarán como los últimos que volaron con SAM (Sociedad Aeronáutica de Medellín), una de las compañías emblemáticas de Antioquia. “Bienvenidos al vuelo 500 que los llevará al aeropuerto José María Córdova, de Rionegro, que da servicio a Medellín”, dijo una voz temblorosa.
Luego de ello, el intercomunicador de la cabina quedó en silencio por unos segundos y de nuevo volvió la señal. “Les ofrezco disculpas, pero para mí es muy duro anunciar el último vuelo de SAM”. Era el capitán Héctor Alonso Sierra, un símbolo de los pilotos de SAM, a quien se le asignó, como un homenaje, comandar la tripulación del último vuelo de la compañía. Al lado del capitán Sierra estaba otro histórico de la empresa, el capitán Luis Fernando López, quien hasta este domingo estaba al mando de los pilotos de SAM. Este vuelo no era uno normal.
Además de los pasajeros, entre quienes destacaba la selección juvenil de patinaje de Argentina, muchas de las sillas estaban ocupadas por auxiliares de vuelo y pilotos, quienes con sus uniformes, ya de Avianca, quisieron acompañar a la compañía en este adiós que la transforma definitivamente en Avianca.
Uno de ellos era Sergio Julián Jacome, jefe de operaciones de vuelos de la empresa de Germán Efromovich. Muchos de ellos no pudieron contener las lágrimas, otros pasaban el trago amargo, lleno de nostalgia, tomando fotos y contando anécdotas y otros más lo hicieron trabajando, como Rosa María Silgado, jefa de todas las auxiliares de vuelo de SAM y quien en esta ocasión sirvió las bebidas con un rostro que reflejaba la tristeza que representaba para ella el fin de la compañía de logo verde y blanco.
El carrito de los snacks, además de agua, jugos y gaseosas, incluía también champagne. “¿Quiere champagne?, es para que se una al brindis”, decía Rosa María al pasar por las filas. “SAM hace amigos volando” y esta vez lo confirmó. Los ocupantes del vuelo 500 aplaudieron varias veces a la tripulación, como un tributo a lo que fue la compañía, que quizás a muchos de ellos los llevó a su luna de miel a San Andrés o a su excursión de bachilleres a Cartagena.
La emoción volvió a subir, cuando las auxiliares de vuelo pidieron levantar los vasos y brindar por SAM. Sorpresas en tierra Cuando el reloj ya había corrido veinte minutos desde su partida de la capital, otra de las históricas de SAM, Luz Stella Walton, tomó el micrófono y alertó a los pasajeros para que estuvieran atentos al espectáculos que les esperaba en tierra. Tras ello, el capitán Sierra explicó que como era tradición en un vuelo de despedida, la nave planearía toda la terminal.
Otro aplauso y volvieron las lágrimas. En tierra esperaba al vuelo 500 dos carros de bomberos, que a lado y lado de la pista, en una calle de honor, lanzaron chorros de agua, en un acto pocas veces visto, pero que en esta ocasión homenajeaba a cientos que pilotos que tocaron los diversos rincones del país. En la pista del José María, como una gran familia, entre capas rojas y negras y uniformes de pilotos, se fundieron los abrazos, que cerraban una etapa de la aviación en Colombia y con la cual se ampliaba l