Marcelo Giustincich, director general de Tango Porteño, conversó con Mensajero sobre la crisis provocada por el cierre de las fronteras.

Alguna vez, Horacio Ferrer, poeta uruguayo nacionalizado argentino, sentenció que “las tardecitas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo”. Esta primera frase de Balada para un loco, compuesta por Astor Piazzolla, ha sabido trascender a través de los años y las generaciones, y al día de hoy sigue siendo una de las incógnitas que marcan la esencia de la capital nacional. Lo que es seguro es que la guitarra criolla y el bandoneón característicos del tango integran la banda sonora de una ciudad en la que turistas, oficinistas e incluso los propios locales se pasean por las calles al ritmo del 2x4.

En ese contexto, las tanguerías que colman el Microcentro representan verdaderos templos de la música popular argentina. Hasta el momento en el que se cerraron las fronteras, solían maravillar a extranjeros que se adentraban en la noche porteña para conocer en primera persona un ícono de la cultura nacional.

Sin embargo, la llegada de la pandemia y la prohibición del turismo internacional puso en jaque a la actividad. Las luces se apagaron, la música se cortó y tanto los dueños como los empleados de los locales que rinden culto al tango quedaron en la cuerda floja.

"Si tuviera que definirlo, diría que el tango se está muriendo"

Nostalgias

Las costumbres locales son el principal atractivo turístico al que acceden los viajeros al visitar un país desconocido, y más si se trata de tradiciones que se replican en otras partes del mundo. En ese sentido, Marcelo Giustincich, director general en Tango Porteño, conversó con Mensajero sobre la importancia que tenían los espectáculos dedicados a este género musical en la vieja normalidad: “El visitante que sale del aeropuerto y llega al hotel, lo primero que le pregunta al conserje es dónde puede ir a ver tango. Yo creo que el 95% que llega va a ver tango, porque es una de las atracciones más importantes que hay en Buenos Aires”.

Ubicado a apenas dos cuadras del Obelisco, centro neurálgico del Microcentro, solía abrir todos los días para una gran afluencia de espectadores. En ese marco, el empresario definió cómo se estaba desarrollando la actividad previo a la pandemia: “El único día en el que Tango Porteño se cerraba era el 24 de diciembre. Tuvimos dos años excelentes en los que estábamos trabajando muy bien. Cabe mencionar que es un rubro que depende mucho de cómo esté el país, del dólar y del ingreso del turismo”.

“Veníamos cosechando los frutos del sacrificio que se había hecho en años anteriores, en los que no había habido tanto turismo. Y de pronto se cortó todo cuando apareció esto, porque de un día para el otro tuvimos que cerrar y ya no se pudo volver a abrir”, sentenció.

"Si tuviera que definirlo, diría que el tango se está muriendo"

Desencuentro

Desde marzo de 2020, cuando se dictaron las primeras limitaciones al turismo y las fronteras nacionales se restringieron, las tanguerías se vieron en la obligación de cerrar sus puertas ante la inactividad provocada por la imposibilidad de recibir viajeros extranjeros. Giustincich definió que hoy el panorama es complicado: “Tango Porteño es un lugar en el que entran 800 personas y en el que hemos llegado a hacer hasta dos shows por día. Pero actualmente está todo apagado, oscuro, sin funcionar y sin gente. Es tristísimo”.

Además, explicó que solían tener 140 empleados y ahora sólo cuenta con nueve. Muchos de ellos eran del interior y debieron volver a sus provincias, otros hicieron retiros voluntarios debido a la dura situación del turismo. Pero sostuvo que el principal problema de las tanguerías es la incertidumbre: “En un comienzo, teníamos esperanza de que para agosto o septiembre se pudiera llegar a abrir, pero si sigue todo así, estará cada vez peor. Por más que Tango Porteño esté cerrado los gastos siguen existiendo”.

Si bien en el comienzo de la pandemia Tango Porteño contó con la ayuda económica de los ATP y ahora del REPRO, su director general sostuvo que aún así no les alcanza para cubrir los gastos: “A las empresas prestadoras de servicios hay que seguir pagándoles, y lo mismo sucede con las cargas sociales de los empleados. Además, los préstamos que nos hicieron sacar con la tasa del 24% en enero del año pasado los tenemos que abonar ahora y los bancos nos llaman todos los días”.

Yo entiendo que el Gobierno hace todo lo posible para ayudar, pero también creo que el turismo se está muriendo. Las 14 casas de tango, directa e indirectamente, le damos trabajo a cerca de 5000 personas. Están todas cerradas y en las mismas condiciones que nosotros. Incluso antes de esto, teníamos un chat de todas las tanguerías, y actualmente nos seguimos hablando para darnos ánimo entre todos, pero es terrible. Ya no se aguanta más”, expresó.

Por otra parte, comentó que cuando se cerraron las fronteras, entre los trabajadores del rubro imaginaban que la inactividad iba a durar algunos meses: “El dueño de una de las casas de tango dijo ‘muchachos, esto sigue hasta septiembre u octubre de 2021’, y todos nos reímos. Ahora estamos llegando a esa fecha y todavía no sabemos si vamos a abrir. Es complicado y triste”.

Finalmente, recordó que en noviembre del año pasado se barajó la posibilidad de abrir las fronteras. A partir de esa noticia, la compañía hizo una inversión y comenzó a prepararse para un nuevo show, pero cuando estaban realizando el ensayo general, las autoridades nacionales dieron marcha atrás a la medida.

"Si tuviera que definirlo, diría que el tango se está muriendo"

Volver

En un contexto en el que las empresas del sector turístico debieron adaptarse a la nueva normalidad para poder mantenerse en pie, Giustincich explicó que Tango Porteño no corrió con la misma suerte: “Nosotros lamentablemente no tenemos la posibilidad de reinventarnos. Por ejemplo, Café de Los Angelitos puede seguir funcionando como un café y poner las mesas afuera, lo mismo sucede con Esquina Homero Manzi, pero igual no absorbe los costos de lo que tienen”.

En ese sentido, el empresario enumeró las opciones que barajaron para volver a funcionar: “Habíamos pensado en abrirlo como un restaurante, ¿pero quién se va a meter en un lugar que no tiene ventanas? Y en la vereda no podemos, porque la 9 de Julio no da para poner mesas. Después planteamos la posibilidad de hacer shows por streaming, pero nadie te compra un espectáculo de tango por esa modalidad, porque el que lo quiere ver, desde cualquier lugar del mundo entra en Youtube y tiene miles de videos”.

Si yo tuviera que definirlo, diría que el tango se está muriendo, porque no sabemos qué va a pasar, cuándo vamos a volver y de qué manera. A eso hay que agregarle que hay bailarines, músicos y cantantes que dependen de esto”, sintetizó.

El día que me quieras

"Si tuviera que definirlo, diría que el tango se está muriendo"
Giustincich sostuvo que los argentinos no se sienten atraídos por el tango

Además, precisó que el turista local se resiste a visitar las tanguerías debido a que existe un mito que indica que se manejan tarifas para público internacional. “He hecho giras por toda la Argentina promocionando el tango, y por más que pongas a un gran cantante como Raúl Lavié, van dos fines de semana y nada más. Las veces que salimos a promocionar, pusimos las entradas más baratas, pero no venían. La gente prefiere ir a ver el teatro comercial”, apuntó.

En ese marco, explicó que lo que hoy mantiene vivas a las tanguerías es el dinero que todos los meses los dueños siguen poniendo de sus bolsillos: “El tema es que cada vez que les pedimos que inviertan para mantener la estructura, no tenemos un horizonte como para asegurarles que a partir de determinado mes vamos a empezar a funcionar de nuevo”.

Es por eso que los trabajadores del rubro solicitaron a las autoridades una asistencia económica para poder sostenerse durante unos meses hasta que puedan reabrir de forma definitiva: “Entendemos que por ahí hacen un esfuerzo, pero tendrían que pensar un poquito más en este segmento. Nosotros ya nos juntamos entre todas las casas de tango para pedirlo. Los primeros meses tuvimos un ATP que nos ayudó muchísimo, pero después se cortó y fue terrible”.

“Yo creo que el ministro de Turismo y Deportes de la Nación tendría que empezar a pensar en la posibilidad de abrir las fronteras para que pueda venir pasajeros que ya tengan las vacunas o bien solicitar un PCR negativo, como están haciendo en Europa”, finalizó.