La soberbia de ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio llevó al gran hermano norteamericano a enfrentar una situación poco menos que increíble, que si se hubiera dado en cualquiera de los “subdesarrollados países sudamericanos” hubiera causado burlas interminables por doquier. 
Se imagina caro lector los malintencionados comentarios si Machu Picchu pusiera un cartel que dijera “cerrado por no tener presupuesto para pagarle a nuestros empleados”?; o las notas con tintes burlones si los barcos no pudieran atracar en las Islas Galápagos porque los Parques Nacionales de Ecuador no abren debido a la falta de fondos del gobierno nacional?; o las perversas observaciones que recibiríamos si las Cataratas del Iguazú no pudieran ser disfrutadas por los miles de turistas que cada día llegan atraídos a una de las 7 Maravillas de la Naturaleza, por los mismos motivos? 
Sin dudas, hasta la CNN se hubiera reído de nosotros, pero hete aquí que eso no nos pasó a nosotros, los sudacas, sino a los fabulosos yotolopuedo del gran país del norte.
Y esa imagen es la que hoy trasciende al mundo, desde el Parque Nacional de Yellowstone hasta la impoluta Estatua de la Libertad, pasando por los museos smithsonianos. ¿Es que el mundo está al revés?
Lamentablemente la ilusión de decenas de miles de turistas que eligieron Estados Unidos como destino de sus vacaciones se encuentran hoy con que en vez de ver al Gran Cañón del Colorado se deben conformar con el “colorado el 21” de las mesas de ruleta de los casinos de Las Vegas.  
Si bien los operadores receptivos norteamericanos han actuado rápidamente ofreciendo alternativas -a costa de su propio bolsillo-, no es lo mismo ver la Estatua de la Libertad en la isla Ellis que su reproducción en pequeña escala en las tiendas de baratijas de la Gran Manzana.
Las consecuencias de la crisis económica de la administración Obama generaran pérdidas tanto en cantidad de visitantes, como en divisas, afectando fundamentalmente al sector turístico. 
Si nos remitimos a la misma situación, sucedida entre 1995 y 96, bajo la administración Clinton, siete millones de visitantes dejaron de ingresar a los parques nacionales, mientras que museos y monumentos perdieron otros dos millones de turistas.  
Cuesta entender que el país que prácticamente inventó el negocio turístico viva esta encrucijada provocada por el desmadre económico que sufre. Uno nunca creería que una de sus principales fortalezas sería tan débil a la hora de decidir su esca