Corría octubre de 2001 cuando el entonces presidente De la Rúa fusionó Deporte, Cultura y Turismo en un solo ministerio. Boca y River combinados con Jorge Luis Borges, la Negra Sosa y las Cataratas del Iguazú.
Estuvimos en la ceremonia de asunción del entonces Ministro Hernán Lombardi y recordamos que nos preguntábamos si realmente servía de algo que la actividad turística tuviera rango de ministerio, pensamos si no era suficiente con ser una Secretaría de Estado; y fundamentalmente si funcionarios y dirigentes del sector estaban preparados para calzarse un sayo tan importante.
Duró poco el Ministerio. Nadie lo supo defender, ni el propio ministro Lombardi, que entregó su efímero cargo público al futuro vicepresidente de Néstor Kirchner, el diputado Daniel Scioli, quien instantáneamente fue descendido al rango original de Secretario de Turismo de la Nación.
Pasaron casi diez años y la actividad vuelve a los primeros planos de la política nacional con el respaldo que la presidenta le otorga a la actividad turística nombrando a Enrique Meyer al frente del nuevo Ministerio de Turismo, así, a secas, sin Boca ni River, sin Borges ni la Negra Sosa, pero con mucho camino por recorrer.
Como ya hemos dicho en muchas oportunidades habrá mucho para criticarle a Enrique Meyer cuando se vaya de la función pública, pero nadie podrá decir que su paso fue inadvertido.
Con perfil bajo, sin declaraciones altisonantes ni exposición mediatica, este soldado K es el funcionario de la cartera de turismo que más ha trabajado por jerarquizar al sector, y su nuevo cargo es sólo el comienzo de una etapa que será mucho más dura que la anterior, porque deberá dar continuidad a todo lo proyectado por él y su equipo de trabajo, pero en un ámbito político donde todo es plausible de ser cuestionado.
Según los dichos del propio Ministro la presidente tiene ADN turístico, y no existe manera más auténtica de demostrarlo que dándole a la actividad el ámbito político que necesita para su desarrollo. Un espacio que los empresarios siempre quisieron poseer pero que nunca supieron cómo obtenerlo y, mucho menos, qué se podría hacer con él.
La administración CFK ha plantado bandera para demostrar que turismo es política de Estado y que cree firmemente en la actividad como movilizadora de las economías regionales.
La continuidad de este nuevo espacio político no dependerá del nuevo ministro ni de sus futuros sucesores, sino del propio sector privado, que deberá madurar y demostrar que está a la altura de los acontecimientos para hacerle frente a este nuevo desafío.
Habemos ministerius. Habemos Ministrus. Salve Quique.

Manuel Sierra

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