Todavía no se acallan las protestas de los taxistas argentinos contra UBER cuando otro competidor llega a nuestro país para sumarle más leña al fuego. 
Ahora es el turno de Cabify. ¿Cabi, qué? Cabify. 
Se trata de una Aplicacion, al igual que UBER, nacida en España y replicada en Chile, Colombia, Perú, México, Portugal y ahora Argentina, que como su odiado competidor ofrece vehículos particulares para el traslado de pasajeros de un punto a otro, con bajas tarifas que compiten contra los autos de los techos amarillos. 
La pregunta que viene a continuación es ¿porqué todos conocemos a UBER y nadie se ha hecho eco de Cabify, si en definitiva se trata del mismo servicio?, ¿cuál es la diferencia?
La gran diferencia está en el cómo y no en la función del servicio.
Los creadores de la APP, nacida en el 2011 con fondos aportados por Silicon Valley, cumplen con la legislación vigente en todos los mercados donde operan, lo que la ha llevado a crecer sostenidamente desde entonces.
Los precios se pactan por trayecto cerrado, es decir punto a punto sin importar la densidad del tránsito y el tiempo que implique el traslado, esa es la gran diferencia para el pasajero contra el servicio tradicional de taxis (e incluso de UBER). Ya que el precio no se incrementa porque se tarde en llega más al destino. 
Por lo demás funciona igual que UBER, se baja una aplicación en el celular, se pide un móvil, o se reserva en cualquier momento del día para un viaje programado, se le informa qué auto y chofer pasarán a buscarlo, se paga mediante medios electrónicos y se califica el servicio. 
Lo conductores deben estar uniformados con camisa y corbata, los que fueron seleccionados después de haber hecho una revisión de antecedentes, pruebas psicológicas, toxicológicas y de conducción, y los vehículos cuentan todos con seguros de pasajeros y de responsabilidad civil.
Es por eso que las formas importan, y así lo entendió Cabify que se presenta a competir desde la calidad de los servicios, con el mencionado ahorro de costos, pero dentro de la ley. 
Nuestros amigos taxistas también deberán repensar su negocio.