Ese el pensamiento de más de un nacido en la Madre Patria cuando le preguntamos acerca de la fusión de Iberia con su par British Airways, y no es para menos.
Alcanzar el acuerdo de fusión entre ibéricos e isleños demoró más dos años, un tiempo de noviazgo, según ellos, necesario para pisar en firme al momento de llevar a cabo un largo y fructífero matrimonio. Un matrimonio con contrato pre nupcial que indicaba que los descendientes de Colón recibirían el 44% de la nueva sociedad -IAG International Airlines Group- y el 56% restante sería para los herederos de Edward Teach, más conocido como Barbanegra.
Así las cosas, el tiempo fue demostrando que los hispanos hicieron uno de los peores negocios de su historia, ya que su aerolínea de bandera fue perdiendo destinos, dinero y la ilusión de que un pedazo de España volaba a todo el mundo en los aviones de Iberia.
Pero a pesar de esto, el gobierno español poco puede hacer ante esta situación, dado que Iberia es hoy una empresa privada y no existen argumentos legales para que un Estado pueda decirle a una empresa privada lo que debe hacer.
Paradójicamente, según comentó el ministro de Industria de España, José Manuel Soria, días atrás, 2013 registra un récord en llegadas internacionales en el período enero – agosto, superior a los obtenidos durante los últimos 12 años y proyectando para este año más de 58 millones de pasajeros foráneos.
Estas cifras son generadas gracias al tráfico de los mercados emergentes y a la recuperación de los más tradicionales, es decir que hoy hay más visitantes extranjeros llegando a la tierra de la paella y el cochinillo, por avión, que el año pasado. Sin embargo Iberia pierde dinero, mientras British gana.
Salvando las distancias, algo parecido le sucedió a la Argentina cuando Aerolíneas y Austral fueron privatizadas y adquiridas casualmente por aquellos colonizadores hispanos que nos vinieron a enseñar cómo dirigir una línea aérea.
En aquella ocasión éramos los argentinos quienes pensábamos ¡Españoles, a casa!

por Manuel Sierra
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