¿Tiene sentido?
La semana pasada un nuevo bochorno tuvo que enfrentar la novela aerolínea Flybondi, y una vez más, rozando lo absurdo.
En esta ocasión algunos medios se hicieron eco de un Twitter publicado por el tristemente famoso Carlos Telledin, por su participación en el atentado a la AMIA, dando cuenta que a un avión de la compañía low cost detenido en el Aeropuerto de Córdoba se le había caído un motor… ¿¿¿Qué??? Sí, así como lo lee caro lector, que se le había caído el motor izquierdo. Ja!!!
Nada más lejano a la realidad, aunque como viene sucediendo desde que comenzó a volar, un desperfecto más, esta vez en uno de los motores, dejó en tierra a cientos de pasajeros.
La primera reacción fue de sorpresa, aunque pensándolo un poco más, por diversos motivos resulta casi imposible que se desprenda un motor de un avión, en tierra o volando. Sin embargo, más tarde, el razonamiento abstracto del hecho nos llevó a concluir que lo que resulta imposible que suceda es que Flybondi continúe operando como si nada sucediera para la ANAC y el Ministerio de Transporte en nuestro país.
El papel que está desempeñando Flybondi con su irresponsable operación no sólo perjudica a los pasajeros que sufren demoras y cancelaciones casi a diario, sino también a todo el sistema aerocomercial argentino, que padece al modelo low cost que hasta el momento se ha instalado en nuestro país como un gran fiasco.
No se entiende qué oscuros intereses motivan tanto a la Administración Nacional de Aviación Civil como al Ministerio de Transporte a ser tan permisivos con la aerolínea Flybondi, ya que no lo son con el resto de las aerolíneas que surcan los cielos argentinos.
Desde el otorgamiento de la Certificación de Explotadores de Servicios Aéreos, CESA, un requerimiento indispensable para poder operar como línea aérea en nuestro país, los controles han sido tan laxos y permisivos que generan temor e incertidumbre.
Por otro lado, mas allá de los problemas técnicos que sufren sus aviones, en los pasillos de los aeropuertos se habla de la inseguridad que generan los nombres de algunos pilotos y mecánicos incorporados por la aerolínea. ¿Será así?
¿El personal altamente capacitado de ANAC ignora esta situación? ¿Y el del Ministerio de Transporte? ¿Acaso no saben que un container no puede ser un taller de mantenimiento de aviones de gran porte? ¿O que la compañía que les alquila los aviones figuraría como una de las de más bajo rango entre las de su tipo por la mala calidad de los aviones que entrega?
Creemos en la Revolución de los Aviones mas allá de las diferencias que podamos tener con las formas de instrumentarla, pero de esta manera el propio ministro Dietrich se está exponiendo a tener su Cromañón, o su Tragedia de Once. ¿Tiene sentido?.