¿Hay acaso un perfil de turista promedio que visita las sierras cordobesas? Una
recorrida de opiniones entre quienes se dedican a este negocio desde hace años
permite alumbrar dos respuestas. Una, que hay un perfil básico que se mantiene
con el tiempo: las sierras convocan, sobre todo, a un turismo de tipo familiar y
de clase media en términos de ingresos económicos. Otra, que los hábitos y
demandas de esos turistas variaron en relación a 15 años atrás: exigen más
servicios.
Los sectores sociales más excluidos siguen sin soñar con vacacionar. En el otro
extremo, los que los economistas llaman ABC1 no tienen a las sierras en la
agenda, salvo para algún fin de semana largo. No es que no llegue turismo de
alto poder adquisitivo en verano, sino que representa una minoría.
La Web, imprescindible. Una diferencia vital es tecnológica: Internet pasó a
mandar. “Hace 15 años no existía. Pero hoy, más del 90 por ciento de los
clientes eligen el lugar y el establecimiento a través de la Web. Antes, se
volvía al lugar que se conocía o el que algún conocido recomendaba. Hoy, si no
estás en Internet, no existís”, sintetiza Adrián Maitino, hotelero de Mina
Clavero, desde hace 20 años en el negocio turístico.
Ya en el lugar, el acceso a la Web es otra exigencia del turista promedio
actual. Hasta los que van en carpa piden conexión a Internet. Mariano Bearzotti,
de uno de los campings más conocidos de Santa Rosa, cuenta que desde hace dos
años brindan Wi-Fi y sumaron una computadora fija en el bar, utilizada por
quienes llegan sin notebooks. “Sorprende la adicción de algunos, sobre todo
jóvenes, se pasan horas conectados. Algunos apenas se asoman a disfrutar del
río, o están en el río pero mirando su celular o compu por horas”, planteó.
Gabriel Waidat, con cabañas en Villa del Dique, coincidió que la gente pide cada
vez más servicios: “Instalamos dos aires acondicionados por unidad, porque te
preguntan si tenés, y ya es impensado no brindar Internet”.
Darío Ramatto, hotelero y presidente de la Cámara de Turismo de Carlos Paz,
marcó que “la gente pide más, sobre todo los que vacacionaron en el exterior,
comparan. Que haya Internet, aire acondicionado, televisores LCD y sigue la
lista”. Según Ramatto, “con el uno a uno, era más barato ir al Caribe que a las
sierras, pero con el 4 a 1 toda esa gente volvió a vacacionar acá y como
comparaba servicios, empezó a exigir, y hubo que adecuarse y mejorar”.
Afuera. Ese “turista promedio” fue variando otros hábitos. “Ahora cocinan muy
poco, incluso si se alojan en cabañas. A lo sumo algún asado, pero la mayoría
sale a comer a restaurantes o pide comida hecha”, apuntó Amanda Vera, de un
complejo de Villa General Belgrano.
Desde Carlos Paz, Ramatto coincidió: “El turista quiere cada vez más que lo
atiendan. Por eso cocinan cada vez menos. Con ese cambio de hábito ganó la
gastronomía: se multiplicaron los restaurantes. Antes eran parrilladas, ahora
hay de todo para elegir”.
Ramatto planteó que esos nuevos hábitos generan más gastos, para turistas que
–reafirma– son preponderantemente de clase media: “Entonces deciden estar menos
días, pero mejor atendidos. O salen a comer una vez a restaurante y tres veces a
pizzerías”.
Bearzotti sostuvo que incluso en su camping de Santa Rosa optan por tener el
servicio de desayuno: “El acampante es un cliente que sigue eligiendo vida en
naturaleza pero exigiendo una mejor atención”, apuntó.
Sectores. Algunos de los cambios de hábito parecen reflejo de la recuperación
del poder adquisitivo de los habitantes-turistas, de la mano del crecimiento de
la economía nacional en la última década. En ese marco, además, sectores de
clase media-baja que no solían salir de vacaciones, en los últimos años se
sumaron y agregaron visitantes.
Para Ramatto, “está muy bueno que las sierras atraigan sobre todo a la clase
media, porque es la mayoría”. Pero marcó que “la apuesta hacia adelante debería
ser hacia ese otro público, el de mayor poder adquisitivo, para el que Córdoba
tiene aún poca oferta, aunque hoy sea bastante superior a la de 15 años atrás”.
Entre otras tendencias, el calamuchitano Waidat apunta que “se ven cada vez más
salidas en patota, de varias familias juntas que contratan cabañas en el mismo
lugar”. Y su colega Vera sostiene que los visitantes “observan la limpieza” más
que antes.
Oscar Rodríguez, dueño de un hotel de Santa Rosa, sugirió que sale mayor
cantidad de gente pero que “la mayoría está más cuidadosa en los consumos”. Y
respecto al turista de dos décadas atrás, “ahora parecen no poder estar sin
teléfono o computadora”.