Con la sartén por el mango
Una falla en la puerta de una bodega de un B747-400 de AR, denunciada por el gremio de los Técnicos, desencadenó despidos en los niveles gerenciales de la línea de bandera. Mariano Recalde, gerente General de la firma, nombró a gente de su confianza y le quitó poder a los sindicatos. La opinión de Pérez Tamayo.
Hace sólo una semana, en este medio, el gerente General de Aerolíneas Argentinas, Mariano Recalde, había asegurado que las decisiones en la empresa “se toman desde la gerencia y ya no se consulta a los sindicatos”. Además, había afirmado que uno de los objetivos de su gestión ya se había cumplido, haciendo referencia a tomar el control de Aerolíneas Argentinas y Austral, rol que, al cabo de muchos años, los sindicatos vinculados a la empresa se disputaron en interminables denuncias y boicots.
En el transcurso de la semana que pasó, el sindicato que nuclea a los técnicos aeronáuticos (APTA) encabezado por Ricardo Cirielli, elevó una nueva denuncia a Mariano Recalde en la que acusaba “un pernicioso accionar coercitivo, ejecutado pertinazmente en detrimento evidente y muy grave de la seguridad aérea de Aerolíneas Argentinas, por el Gerente Técnico de la compañía y Representante Técnico de la misma ante la Autoridad Aeronáutica de regulación y contralor, Miguel Lucifora”. Inmediatamente, Recalde tomó cartas en el asunto y descabezó cuatro gerencias que supuestamente respondían a los sindicatos aeronáuticos, una de ellas al presidido por Cirielli y las otras a Pilotos, el gremio que sigue las órdenes de Jorge Pérez Tamayo. En el mismo movimiento, puso las áreas, en algunos casos directamente bajo su órbita, y en otros, las hizo recaer sobre personas de su máxima confianza.
La denuncia
El gremio que nuclea a Técnicos Aeronáuticos publicó en su sitio web la denuncia que desembocó en los despidos en el área gerencial. En la carta firmada por Cirielli, se explicaba que el Boeing 747-400 matrícula LV-AXF había quedado demorado en Madrid por una “seria falla técnica que imposibilitaba el correcto cierre de una puerta de bodega”, una avería que -según los técnicos- “representaba una importante amenaza real para la vida de todos los pasajeros y de la tripulación si no era reparada debidamente”.
La misiva denunciaba que Lucifora ejerció “una inadmisible y reiterada coerción, tanto sobre el personal técnico como de conducción, en Ezeiza y Madrid” y -según la denuncia- habría ordenado que el vuelo partiera “colocando en la puerta cinta de alta velocidad y sin que se realizara la reparación indispensable”. “Sólo la férrea y unánime determinación ética y conciencia profesional de todos los trabajadores del Área Técnica involucrados, tanto en Ezeiza como en Madrid, que no aceptaron doblegarse a la criminal obediencia debida que pretendía imponerles el Ing. Lucifora, pudo lograr con la máxima celeridad posible, que el Vuelo AR 1135 partiera con el sello de cierre de la puerta de bodega debidamente reparado, garantizando la seguridad en vuelo para todos los transportados”, dicen los técnicos y más adelante, piden la sanción para Lucifora: “Se impone, por lo tanto, una rigurosa y exhaustiva investigación sobre todos los hechos suscitados y el personal actuante, respecto de la falla y el vuelo mencionados a los efectos de establecer responsabilidades y aplicar las debidas medidas correctivas ejemplares”.
Los despidos
Consultada por Mensajero, una alta fuente de AR confirmó que “al principio hubo rispideces con los sindicatos” por las medidas tomadas, pero “finalmente y luego de varias reuniones, mucha conversación y explicación, lo aceptaron y la situación está tranquila”. Es que el 6 de octubre, el mismo día que AR dio a conocer el comunicado donde informaba los cambios en las gerencias, APLA convocó a una “reunión informativa urgente” donde, según trascendió, se especuló con la posibilidad de declarar una huelga. No obstante, Jorge Pérez Tamayo desmintió a Mensajero que APLA esté en estado de alerta y movilización, como publicaron algunos medios nacionales.
Por su parte, desde AR, advirtieron que estas son “medidas racionales que no están dirigidas a nadie en especial” y ratificaron que “el control de Aerolíneas tiene que estar en la gerencia y no en los gremios. Se está avanzando en este camino y todos están apoyando”.
Los despidos alcanzaron a Guillermo Ballesteros, gerente del área Operaciones y Producción; a Miguel Lucifora, gerente técnico; a Oscar Donikian, gerente corporativo de producción, y a Marcelo Llano, gerente de control operacional.
Mediante un comunicado, la aerolínea de bandera informó: “Se suprimen del organigrama la Gerencia de Área Operaciones y Producción y su dependiente, Gerencia Corporativa de Producción, a fin de evitar intermediarios en la cadena de mando y dotar de mayor jerarquía a las Gerencias Técnicas de AU y AR, además de brindar control directo al gerente General sobre esas operaciones de la empresa. El CCO (Centro de Control Operacional) estará en la órbita del gerente General, a través de una coordinación creada a tal fin. Al día de la fecha, el CCO estaba a cargo de un piloto en actividad de la empresa, a diferencia de lo que sucede en la mayoría de las compañías aerocomerciales del mundo. Asimismo, la Gerencia de Material Aeronáutico, pasará a la órbita de la Gerencia de Área Económico Financiera. Por su parte, la Gerencia de Área Desarrollo de Negocios se reubicará bajo la estructura de la Gerencia de Área Comercial”. De esta manera, la gerencia de Material Aeronáutico pasó a la órbita del gerente financiero, Axel Kiciliof y la de Desarrollo de Negocios, a la órbita del Área Comercial, que maneja Juan Pablo Lafosse, otro directivo nombrado por Mariano Recalde.
La palabra de Jorge Pérez Tamayo