Aluvión verdeamarelo
Según la Sectur los arribos al Aeropuerto de Ezeiza, creció un 50 por ciento la llegada de turistas brasileños al país. El tipo de cambio es una variable fundamental que, devaluación mediante, favoreció mucho a los segmentos doméstico y receptivo. El economista Adolfo Sturzenegger nos da su opinión.
La llegada de turistas brasileños creció un 50 por ciento en el último enero, respecto a igual mes de 2009, según datos de la Oficina de Migraciones relevados a partir de los arribos registrados en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza.
Por otra parte, el incremento total de la visita de extranjeros al país llegó casi al seis por ciento en ese período. Al respecto, se registraron fuertes crecimientos de visitantes desde Chile y China.
La llegada de chilenos vía aérea creció un 16,8 por ciento en enero último. Por su parte, la visita de ciudadanos chinos experimentó un alza del 40,5 por ciento.
El secretario de Turismo de la Nación, Enrique Meyer, destacó que estas cifras demuestran que el éxito de la temporada veraniega no se limita al turismo interno y remarcó su importancia para la economía del país.
“Más allá del intenso movimiento de dinero, se estima que la actividad genera, de manera directa e indirecta, más de un millón cien mil puestos de trabajo”, subrayó.
Influencia del Tío Sam
El elevado precio del dólar respecto del peso, y la recuperación del real durante 2009, es un denominador común a la hora de explicar la buena afluencia de turistas desde el país vecino hacia la Argentina.
Durante once años existió la paridad entre el dólar y el peso argentino, la llamada convertibilidad. Luego de la crisis de fines de 2001 Eduardo Duhalde asumió como Presidente de la Argentina y decidió derogar esa paridad. De ahí en más, la devaluación de nuestra moneda sería progresiva, lo que, en términos de turismo receptivo, volvía a nuestros destinos cada vez más competitivos para el público extranjero.
El turismo se clasifica en tres segmentos: receptivo, emisivo y doméstico. El receptivo son nuestras “exportaciones” turísticas, y toda exportación ve favorecida su competitividad con un peso débil en relación a los costos en dólares del país.
“Cuando el peso era fuerte, en los años noventa, los costos en dólares eran altos, mientras que hoy nuestra moneda es mucho menos fuerte que entonces y los costos resultan más bajos”, explicó Adolfo Sturzenegger.
El real sigue fuerte
Por otro lado, con el real fuerte (aunque en los últimos días se devaluó alrededor de un 7 por ciento), los costos en dólares de los servicios en Brasil son altos.
“Entonces, por el lado del turismo receptivo, es muy bueno que haya alta competitividad, y eso significa costos en dólares más bajos y un tipo de cambio más devaluado. Pero también está el lado de las “importaciones” de turismo: cuando un residente argentino decide ir al exterior gasta parte de su ingreso en otro país. El tipo de cambio devaluado favorece, desde este punto de vista, al turismo doméstico, que compite con el emisivo”, agregó el especialista.
El papel del Banco Central
“De cualquier manera, esa situación se va erosionando a medida que se produce inflación interna. Si el tipo de cambio no se mueve nominalmente, significa aumento de los costos en dólares, por eso el Banco Central tiene que mantener un delicado equilibrio entre tener un peso competitivo (es decir un dólar alto) y controlar la inflación, porque si el Banco Central quisiera devaluar más, eso acentuaría las tendencias inflacionarias internas, y si quiere devaluar menos, la inflación le va “comiendo” parte de la competitividad al no moverse el tipo de cambio”, dijo Sturzenegger.
“En este momento es prioridad no acelerar la tasa de inflación, por lo tanto el Banco Central, a pesar del cambio de conducción, va a mantener una estabilidad importante en el mercado cambiario”, concluyó.
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