Una costumbre porteña: ¿Patrimonio de la Humanidad?
El Ministerio de Cultura de la Ciudad presentó ante la Unesco el pedido de declaración para reconocer al hábito porteño del café como Patrimonio de la Humanidad; el organismo supranacional hizo sugerencias; un comité especial resolverá sobre el tema en noviembre.
Viejo Tortoni, refugio fiel de la amistad junto al pocillo de café... La letra del tango Viejo Tortoni refleja el sentido que tiene para los porteños sentarse a tomar un café. Es amigos, encuentro, trabajo, amores, frustraciones, risas y lágrimas. Todo envuelto en el magnetismo abstracto que desprenden esos rincones de Buenos Aires y que los convierten en únicos, cada uno con su característica particular.
Quizás de esa frase de Héctor Negro, a la que le puso música Eladia Blázquez, surgió la iniciativa del Ministerio de Cultura que el fin de semana presentó ante la Unesco el proyecto para que el hábito de tomar café en bares y confiterías de la ciudad de Buenos Aires, un hábito que se conserva a medida que las generaciones pasan, casi como un gen de la porteñidad , sea declarado Patrimonio Intangible de la Humanidad.
En la ciudad de los cafés de Cortázar, Hemingway y Dalí, que también cuentan con su propia personalidad, se terminó de dar forma a esta iniciativa que comenzó hace un año, a más de 10.000 kilómetros, en la capital argentina. Iniciativa que puede volverse una realidad en noviembre próximo, cuando se reúna un comité de evaluación del órgano de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura que determinará si el pedido porteño cuenta con argumentos sólidos.
Si los miembros de la Unesco votan a favor, la costumbre argentina tendrá el mismo rótulo que hace un tiempo logró el tango.
"La inscripción no es el fin, sino el principio, porque se deben comprometer a seguir cultivando la práctica", aseguró Lucía Iglesias Kuntz, del área de Relaciones Institucionales de la Unesco.
"La decisión es como la sanción de una ley. Buscamos destacar aquellas costumbres culturales de una comunidad que se transmiten a través de las generaciones. El espíritu de esta declaración es que lo intangible no se trata de algo único, sino de aquellas prácticas de una sociedad en particular", explicó.
Son dos las convenciones en las que se divide la Unesco. La del patrimonio tangible es la más antigua y, a su vez, tiene dos ramas: la cultural (que destaca museos y obras de arte) y la natural (la que se encarga, por ejemplo, de los parques nacionales, como el Perito Moreno). Por otro lado se encuentra la convención del patrimonio inmaterial, creada en 2003 gracias al impulso de países como Japón, Corea y Filipinas. Sus declaraciones apuntan a los rituales festivos y a las costumbres de las comunidades que antes no encontraban un lugar de promoción.
En América latina es algo novedoso, pero fue abriéndose paso en el continente. El candombe en Uruguay y el carnaval de frevo en el nordeste de Brasil son algunos de los ejemplos de declaración como patrimonio intangible de la humanidad. También lo son prácticas casi desconocidas en el cono Sur, como la pesca del camarón a caballo en Bélgica.
"Hay que ver el concepto del hábito, que involucra a la literatura y a la música, y no ver el lado físico. Cuántas veces nos decimos «¿tomamos un café y lo arreglamos?»", sostuvo el ministro Lombardi. "Eso queremos mostrar, y darle valor a toda la comunidad involucrada en el hábito del café, que le da un estilo, una identidad plural e importancia en su conjunto", agregó.
Paso a paso
La presentación, que se hizo bajo el título "Hábito cultural alrededor de tomar café en Buenos Aires", ingresó en la Unesco a través de su Secretaría de la Convención para la Salvaguarda del Patrimonio Material y Cultural. Un comité integrado por 28 miembros de la Unesco, presidida por el representante de Perú, comenzó a evaluar el expediente y realizó algunas sugerencias para ajustar el pedido, que deberá presentarse antes de que finalice marzo. En noviembre, la organización deberá emitir un Proyecto de Decisión en el que puede aceptar, rechazar o declarar insuficientes los argumentos que forman parte del proyecto.
"Hay que ajustar detalles de acuerdo a los nuevos parámetros de la Unesco", explicó Lombardi. "Acá no hablamos de bares notables o de sitios históricos. Eso es otra cosa. Lo que se debe mostrar son los hechos, las personas, los rasgos comunes que tiene el hábito de tomar café para que sea considerado único e irrepetible", enfatizó el ministro.
La declaración, si es favorable, no sólo representa un documento firmado. Cada seis años se debe presentar ante la Unesco un informe detallado de cómo continúa la práctica con el objetivo de que la divulgación de la costumbre no se detenga.
La presentación argentina incluye un plan de preservación para incluir, por ejemplo, bibliotecas en los cafés. "Cuanto más se trabaje para la presentación, más revitalizado estará el elemento en cuestión. Sirve todo el material previo para promocionar y fortalecer la costumbre", opinó Iglesias Kuntz.
El gobierno de la ciudad de Buenos Aires no logra ningún rédito económico con la presentación. No hay premios si se aprueba el proyecto. La ganancia es cultural y de exposición mundial. "Estaríamos en la vidriera internacional porque el hábito de tomar café sería incluido en el listado de patrimonio intangible de la humanidad, como ocurrió con el tango", concluyó Lombardi.
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