La reducción de la emisión de residuos por los “grandes generadores de basura”, es decir, los locales gastronómicos y hoteles, es una tendencia y preocupación mundial. Pero en el caso argentino, la incertidumbre de la capacidad de acatamiento de las reglas impuestas por el gobierno porteño aumenta cada vez más. 

Desde la reformulación de la Ley de Basura Cero (Ley 1.854) la polémica por las estrictas pautas impuestas por el Gobierno de la Ciudad siguen levantando quejas y disconformidades por su mal funcionamiento e implementación. 

Esta vez fue La Biela
El viernes 15 de este mes, otro capítulo se sumó al libro de quejas e “injusticias” del sector gastronómico. 
Carlos Gutiérrez, presidente de la empresa dueña del tradicional local de La Recoleta, contó que por la tarde de ese viernes tres inspectores llegaron a La Biela y “revisaron sus tachos de basura en uso, en vez de inspeccionar la basura que uno saca”. El hallazgo de basura seca y húmeda en el mismo tacho derivó en la clausura del local que permaneció cerrado hasta el siguiente lunes. Explicando que esos residuos no tuvieron posibilidad de ser reciclados y separados, Gutiérrez tildó a la Ley de Basura Cero de “confusa” y explicó que estos incidentes suceden por la mala implementación de la misma. 

Así, explicó que “es imposible la educación y adecuación de 100 mil porteños a las nuevas reformas de la ley en 50 ó 60 días” ya que, tal como se evidencia en este caso, el Gobierno de la Ciudad rige la ley con extrema minuciosidad. 

Este “malentendido” de algunos aspectos de esta ley le costó al emblemático café no sólo una “gran pérdida económica” por tratarse de una clausura que perjudicó todo el fin de semana, sino también ensució su “imagen y reputación”, que al fin y al cabo “no fue en sí una falta tan grave”, por lo que pide “más criterio” a la hora de realizar una inspección y, en mayor medida, a la hora de proclamar una clausura. 

Pero además, Carlos contó haber sentido un “desamparo”, ya que al tratarse de un fin de semana no tuvo oportunidad de una defensa judicial. Y sentenció: “Quisiera que la Justicia sea la que defina si esto es para clausurar, no los tres inspectores que vinieron”. 

Por último, Gutiérrez concluyó: “Si la clausura hubiese sido por falta de higiene o presencia de roedores no podría decir nada, pero en todo caso hubo un error en la separación de residuos secos y húmedos, pero la ley la cumplimos. Y es injusto no poder acercarnos hasta el lunes a la Justicia para defendernos y levantar la medida”.

Efecto dominó
Según el sector hotelero-gastronómico, las reformas de la ley nublan el correcto entendimiento de la misma y trae como consecuencia fallas y equivocaciones en su cumplimiento que, a su vez, desemboca en multas, clausuras e irritaciones. 
Más aún, el sector muestra disconformidad con la forma de implementación de esta ley ya que no son consultados para aportar la visión de “la otra cara de la moneda”, lo cual estorba el camino hacia el desarrollo de un plan residual que beneficiaría el bienestar medioambiental de la Ciudad.

El vicepresidente 1ro de la AHRCC, Leonardo Baguette, explicó que esta ley influye una aplicación en  la ciudad de “dientes apretados” y que lleva a los hoteleros y gastronómicos a los empujones, ya que no hay un espacio de diálogo entre el Gobierno de la ciudad y el sector que de oportunidad de limar asperezas y llegar a un punto medio que permita aplicar esta ley sin tantos inconvenientes. 

“En vez de llevar a la ciudad para adelante, tienen a los hoteleros y gastronómicos atados al piso, porque nosotros no podemos levantarnos e irnos si no nos gusta algo que nos perjudica”, comentó Leonardo Baguette. Y dejó en claro: “Nosotros apoyamos rotundamente la separación de residuos. Queremos reconocer la necesidad de los ciudadanos de separar y generar menos basura y de ser más inteligentes con el tratamiento posterior”, pero, en cambio, “nos llevan a los empujones en vez de sentarse con nosotros y ver si tenemos alguna idea proactiva o mejoradora”.

Aspiraciones encadenadas
Tal como explica Baguette, si bien el sector de la hotelería y gastronomía quieren participar activamente de este proyecto de reducción de basura y reciclaje, no tienen el espacio adecuado para concebir el éxito de la Ley Basura Cero, en vez de acumular fajas de clausuras que asfixian al comercio. 

Para dar cuenta de su aspiración de mejora, el dirigente ejemplificó: “En general, a nivel mundial, los elementos reciclables pertenecen pura y exclusivamente del tenedor de tales elementos. Pero acá no es así, lo cual es atípico. Por ejemplo, en Holanda si se genera un muy buen reciclable que esté bien separado, éste compensa los costos del retiro de basura, y el impuesto general municipal se reduce en función de la calidad del reciclable que se entrega”. 

En cambio, en el caso argentino “el Alumbrado, Barrido y Limpieza es una tasa que tiene incluida la gestión definitiva de la basura del frentista. Esto, según las reglamentaciones posteriores no es así y nos lleva a pagar un monto fijo por recogida de residuos y un adicional por litro de basura”. 

Entonces, este proyecto benefactor “se queda a mitad de camino” y su función se limita “al cobro de impuestos y desviación del sistema estatal de la ciudad”. 

Así, haciendo alusión al cobro de impuestos y tarifas de recolección, sumó la carga impositiva exclusiva de los hoteles de 4 y 5 estrellas. “Los hoteles de 4 y 5 estrellas no sólo tenemos que separar los residuos como lo hacen todos los comercios y ciudadanos porteños sino que, además, tenemos que pagar por tener esa categoría”, que “a todas luces es anticonstitucional” ya que “hay edificios que tienen la misma cantidad de habitaciones que un 4 o 5 estrellas o más, y no tienen la misma obligación. Y ni hablar de los alojamientos informales”.  

Así también, la presidente de la Cámara de Restaurantes de la entidad porteña, Verónica Sánchez, opinó de igual manera: “Lo que estamos pidiendo es que la normativa acompañe los cambios que se van planteando. Entendemos que la ley va tomando más lugar, y la acompañamos, pero también es preciso que los controles sean contemplativos, porque esto no es sólo una Ley de meros procedimientos, sino que implica todo un cambio cultural”. 

Llamado a la conciencia
Carlos Gutiérrez, dueño de La Biela, apiadado por la experiencia vivida de la clausura “sin criterio” de su local, quiere informar al sector gastronómico cuál es la correcta separación de los residuos producidos, para no recaer en el mismo “malentendido” de la ley que él vivenció.
“Se trata de una separación en 3 partes. Por un lado, se separa la basura orgánica, como los restos de comida y elementos similares; por otro, la basura húmeda, como las servilletas mojadas y envases lavados; y por último, los elementos reciclables como papel, cartón, etcétera”.

Atados de pies y manos
La recolección de basura suele ser uno de los reclamos más frecuentes entre el sector hotelero y gastronómico ya que tienden a la irregularidad, lo que enfatiza su temor a ser clausurados por la mala administración de basuras. Así, este sector comercial queda atado de pies y manos para poder cumplir con esta Ley correctamente y evitar fajas de clausuras.
Leonardo Baguette, explicó que si bien hay 12 empresas de recolección y reciclaje de residuos inscriptas en la Ciudad de Buenos Aires, que deben cumplir con el requisito de tener 3 años de antigüedad en el rubro, pero actualmente sólo hay 3 en funcionamiento. “Nosotros queremos ver si podemos inscribir nuestra propia empresa y no podemos por esas trabas burocráticas administrativas”. Y agregó: “Si de alguna manera encontráramos la forma con el Ministerio de Medio Ambiente para que los hoteleros formen su propia tierra abonada, tendríamos muchas más posibilidades y tendríamos mucho menos orgánico que mandar al CEAMSE”.