Tahití celebra 50 años de la Perla Negra
Las perlas de Tahití y sus islas se caracterizan por su variedad cromática y la técnica tradicional japonesa con la que se cultivan.
En las paradisíacas aguas de la Polinesia francesa nace el oro negro de Tahití, admirado tanto por su belleza como por su rareza, la leyenda popular dice que Oro, divinidad polinesia de la guerra y de la paz bajó a la tierra encima de un arco iris para ofrecer una ostra perlera de un tipo especial a la humanidad. Esta es la ostra bautizada por los científicos como “Pinctada Margaritifera”- variedad Cumungui, que se encuentra en las lagunas polinesias, los atolones de Tuamoku y los archipiélagos Gambier.
En 1961 Jean-Marie Domard, Jefe del Departamento de Pesca tahitiano, puso en práctica el método de injertos en ostras que aprendió en la granja de perlas del japonés Mikimoto, precursor y toda una eminencia en la materia. Meses más tarde se creaba el primer cultivo de ostras en el atolón Hikueru. La experiencia se trasladó a la isla de Bora Bora en 1962 y tres años más tarde se habían cosechado más de mil perlas de alta calidad.
La perla de Tahití es el fruto de una combinación animal y mineral, sólo una de cada 15.000 perlas se genera de manera natural. La mano del hombre interviene en este proceso para ayudar a la naturaleza a completar su ciclo y generar el valioso oro negro.
Cultivo artesanal
La técnica de la cría de perlas consiste en sumergir un conjunto de ostras jóvenes (Naissain) en aguas de la laguna, cuando éstas alcanzan la edad adulta, en tres años aproximadamente, las perlas son sembradas, entonces se abre el molusco y se implanta en el cuerpo un núcleo, una pequeña perla fabricada a partir de un molusco de agua dulce.
En la última fase se sumergen las ostras en la laguna durante un periodo de dos a tres años, en este tiempo son vigiladas con gran atención ya que su nivel de supervivencia no es muy elevado. Si la ostra cosechada es de buena calidad se le practica un segundo injerto y se repite el proceso para obtener nuevas perlas.
En la Polinesia francesa hay unas 250 granjas dedicadas a la cría y recolección de perlas negras. Una de las últimas ofertas turísticas de la región permite a los visitantes bucear en busca del codiciado tesoro y hacerse con una perla auténtica, esta actividad ya es posible en Atolones como el de Fakarava.
Color y valor de las perlas
La ostra de labio negro, Pinctada Margaritifera, puede producir una variedad de colores únicos: dorado, plateado, gris, azul, magenta, cobalto o verdoso, cada uno de ellos con un sinfín de matices cromáticos. La diferencia de la perla de Tahití es que la aragonita que segregan y con la que aíslan al cuerpo extraño (el que se implanta durante el proceso de cría) es oscura.
Resulta casi imposible encontrar dos perlas iguales, tanto el colorido como los brillos y características distintivas de la gema dependen de diferentes factores: la calidad de la ostra, su alimentación, la luz que recibe durante el período de cría, incluso la habilidad del propio recolector, un jardinero de agua salada.
Sólo un 30% de las perlas cultivadas sobrevivirán, las que lo hagan pasarán a formar parte de esa belleza exótica que tan bien define la región de T