Ironías de la vida, mientras la gripe AH1N1 y la paranoia que genera ya llegaron a nuestro país -el mismo que suspendió los vuelos durante la epidemia en terreno mexicano-, en el país azteca respiran aliviados sin barbijos, ni alcohol en gel, ni hospitales abarrotados de enfermos. Allí ya disfrutan del verano e intentan resurgir como destinos turísticos de relevancia mundial. Como ya trató Mensajero en ediciones anteriores, el país se lanzó de lleno a sus campañas de promoción en todo el mundo para volver a atraer a los turistas. Pero no sólo de turismo internacional vive México por lo que la incentivación del movimiento interno de pasajeros es una cuestión de vital importancia para el gobierno de ese país.
En ese sentido, se realizó un megaconcierto en la ciudad de Guadalajara que funcionó  como un símbolo de que allí la gripe A ya es historia -al igual que los tapa bocas, como ellos llaman a nuestros agotados y cada vez más costosos barbijos-, y los miedos quedaron atrás.
Cien mil personas se reunieron en torno a un espectacular escenario montado al lado del monumento de la Minerva para escuchar de manera totalmente gratuita a Gloria Estefan, Paulina Rubio, Luis Fonsi, y a Vicente y Alejandro Fernández, dos íconos de la canción tradicional mexicana, entre otros.

Un palo pingüino
En los últimos días el presidente Felipe Calderón, mientras anunciaba millonarias inversiones privadas en turismo, pasó una factura al Gobierno argentino al decir que México no haría “una satanización” de la gripe A como lo hizo “un país sudamericano” que suspendió los vuelos.
Mientras tanto no es sólo en Guadalajara que se olvidaron de los barbijos sino que esta imagen ya se reproduce en todos los destinos del país azteca: en Puerto Vallarta cientos de jóvenes volvieron a bailar apretujados en los boliches o a disfrutar de un mojito en la Bodeguita del Medio -un reconocido pub cubano-.
Hasta en el Aeropuerto de la ciudad de México los cubre bocas ya son un feo recuerdo que ni los turistas que llegan desde otros países portan y los habitantes de la ciudad recuerdan que ni siquiera el catastrófico terremoto que sufrió el DF en 1985 afectó tanto al turismo.