Hace apenas tres semanas se ha inaugurado un nuevo tren turístico entre el Vaticano y la villa de Castel Gandolfo, en Roma, Italia. Este ferrocarril, operado por la Santa Sede y Ferrovia dello Stato, ofrecerá paseos de 30 km (entre ambas terminales) en un programa que incluye visitas a museos papales, por iniciativa del Papa Francisco. El Papa Francisco muestra cada vez más su pragmatismo. Ya que no acude de forma  regular a la villa de Castel Gandolfo para descansar, como lo hacían sus predecesores Juan Pablo II (que pasaba allí largas vacaciones) y Benedicto XVI (que concurría a menudo en busca de temperaturas más frescas), Francisco decidió abrir sus puertas al público y de paso aliviar el comercio local de la aldea, sin clientes por la ausencia del Papa. Y es que Francisco ha visitado Castel Gandolfo apenas un par de veces, de forma relámpago, sin siquiera pernotar en el castillo. El director de las Villas de Castel Gandolfo, Osvaldo Gianoli, ha dicho: “puesto que no puede venir a pasar tiempo en Castel Gandolfo a causa de sus numerosos compromisos, el Papa Francisco ha querido tener un gesto generoso para que todos podamos visitar estos lugares cerrados durante tantos siglos”. El actual Sumo Pontífice asegura que es un hombre casero y no sale nunca de vacaciones, costumbre que ya tenía cuando era Arzobispo de Buenos Aires, Argentina. La decisión de Francisco de abrir al público el Palacio de Verano de los papas, beneficia a turistas y comerciantes, así como a las arcas de la Iglesia, bastante menguadas. Una locomotora de vapor de 1915 arrastra a un tren de seis vagones estilo antiguo con asientos de madera clara, barnizada, que sale traqueteando de la estación del Vaticano y cruza las puertas de la muralla para desplazarse por la periferia de Roma, tapizada de verdor: San Pietro, Trastevere, Ostiense, Tuscolona… pasa por las ruinas romanas de la Via Appia y sube las colinas de los Montes Albanos, franquea el lago y finalmente se detiene en la estación de Castel Gandolfo, una aldea rodeada de lomas dominadas por el majestuoso castillo papal. Allí, un autobús conduce directamente hacia las residencias veraniegas del Papa. Pueden verse también la Granja Ecológica, de donde salen frutas, verduras y productos lácteos consumidos por Vaticano, así como la galería del emperador Domiciano, que se remonta al siglo I. El recorrido turístico, que cuesta 40 euros, comienza a las 8 am en el Museo del Vaticano, se atraviesa los jardines a pie y se llega a la estación ferroviaria. Y hay una variante económica de 16 euros, con viaje en tren pero sin autobús ni museo. En 2014, el Papa Francisco abrió al turismo (con grupos guiados) los jardines de estilo italiano de la Villa Barberini. En Castel Gandolfo, los vecinos y comerciantes piensan que ahora volverán “los viejos tiempos” en los que el Papa descansaba en su Palacio de Verano y todo estaba lleno de feligreses para bien de la economía local. Las tiendas y restaurantes (que cerraron por falta de clientela) están listas para reabrir al escuchar el silbato de la locomotora del Tren del Papa.

Fuente:caribbeannewsdigital.com