“Cuanto más grandes son, más ruidos hacen al caer”, dice un popular y antiguo refrán, vigente más que nunca para muchos, especialmente para Orizonia.

Que España no está pasando una época gloriosa no es ninguna novedad. Si lo son las escalofriantes cifras de despidos que por las cuales grandes empresas de turismo del país ibérico han adquirido mucha notoriedad en las últimas semanas. El primer gran caso que hizo eco en este 2013 fue el de Iberia, que ya arrastraba una historia de inestabilidad. Y ahora Orizonia, uno de los grandes turoperadores españoles, con sede en Mallorca, ha aplicado para el pre-concurso de acreedores, amenazando con dejar 4000 empleados en la calle.
De hecho, el viernes último, el Grupo cerró al las 950 agencias de Vibo Viajes en España y Portugal, “para salvaguardar la integridad física de los empleados dada la situación de tensión que se está viviendo en los últimos días tras la quiebra de la compañía”.
Los empleados fueron incentivados a pedir permisos retribuidos o días de vacaciones, según informó el sindicato Comisiones Obreras.
En este sentido, la asociación de consumidores Facua exhortó a los usuarios que tuvieran pactados sus paquetes con Orizonia que pidan directamente al prestador del servicio (hotel, aerolínea) su contrato por escrito de que van a prestarle el servicio que ya tienen pagado.

Se reparten los pedazos

A fines de la semana pasada, Orizonia alcanzaba un acuerdo con Barceló para integrar en su grupo una parte importante de su aerolínea Orbest y unas 150 agencias de viaje de la red de Vibo.
“La compañía confía en poder garantizar la continuidad de al menos 800 puestos de trabajo mediante dicho acuerdo, que se someterá con carácter inmediato a la autorización de la banca acreedora y de los sindicatos”, aseguró en un comunicado el grupo turístico.
Gracias a la venta de la cadena hotelera Luabay a Globalia, en el mes de diciembres, Orizonia se ha asegurado la continuidad de los 700 trabajadores que integraban esa área del grupo empresarial.
De hecho, es Globalia quien dirige desde hace dos meses la división hotelera de Orizonia, que gestiona edificios en alquiler, tras aportar al grupo 10 millones de euros.
Por su parte, Juan Manuel Noguero de Comisiones Obreras lanzó una dura acusación el pasado miércoles: “Empresas del sector como Viajes El Corte Inglés o Nautalia, se están llevando carteras de clientes y están ofreciendo a los trabajadores que se vayan con ellas, llevándose todo el material que sea posible de Orizonia a otras empresas”.
Medios españoles también afirmaban que las casi 300 agencias franquiciadas y asociadas de Vibo se debatían entre diferentes alternativas para mantener la actividad, ante el cese de actividad de Orizonia. Entre los nombres citados aparecían Viajes Barceló, Carrefour  y Halcón, como las empresas que picaban en punta, realizando diferentes reuniones con los interesados.
Tal como sucedió en el caso del cierre de Viajes Marsans, los asociados y franquiciados se están organizando en grupos para conseguir mejores condiciones.
Hasta el momento, el capital de Orizonia se repartía entre Carlyle (55%); Vista Capital (36%), la sociedad de capital riesgo del Banco Santander, y ICG (5%), con un 4% en manos de directivos del grupo. Habrá que ver cómo queda conformada la torta ahora, quiénes se quedan con las grandes porciones y quiénes con las migas.

Bajo Control en Argentina
Desde la oficina en Argentina de Iberojet, parte del grupo Orizonia, insisten en que su empresa funciona con absoluta normalidad, sin importar los problemas de la casa matriz en el Viejo Continente.
“Dado las informaciones publicadas en diferentes medios sobre la situación de la empresa Orizonia en España, informamos que esto no afecta a la oficina local Iberojet Argentina , la cual se encuentra a su disposición ante cualquier duda que pudieran tener, como así también,  resolver si hubiera, inconvenientes que puedan estar sufriendo sus pasajeros  en destino o próximos a viajar. Por lo anterior, ratificamos que Iberojet Argentina sigue operando con absoluta normalidad”, afirmó José Antonio Fernández, director General de Iberojet Argentina.
En comunicación con este medio, desde la empresa señalaron que seguirán “operando con normalidad”.
“No hay nadie varado ni sin servicios en ninguna parte del mundo. Estamos en la espera de ver lo que sucede, expectantes con el proceso de venta de cada una de las partes pertenecientes al Grupo Orizonia”, aseguraron desde Iberojet Argentina.
“Entre todos la mataron y ella sola se murió”, podía leerse en uno de los carteles que sostenían los (¿ex?) empleados de Orizonia, que protestan ante la amenaza de desaparición de sus puestos de trabajo. Los cañones en busca de culpables apuntan a distintos frentes, según quién sea el que conteste con respecto a la inminente desaparición del grupo empresario turístico.

¿Los culpables?
Están quienes señalan con el dedo a la Comisión Nacional de la Competencia (CNC), que impidió la unión Globalia-Orizonia, pero también están los que apuntan a Globalia como el gran culpablea al equipo gestor de Orizonia, y también hay metralla para Barceló. Pocos parecen recordar que el gran dueño de este gran grupo turístico que se encuentra en plena caída libre: los fondos de inversión, con Carlyle como accionista mayoritario. Para los directamente afectados por el cierre del grupo, es muy complicado entender como un grupo de inversión de ese tamaño (Carlyle obtuvo obtuvo unos beneficios de más de 1.300 millones de dólares en 2011 y gestiona inversiones por valor de unos 147.000 millones de dólares), no haya aportado 10 o 20 millones para darle “un poco de aire” a Orizonia durante dos meses, hasta que la CNC diera su veredicto definitivo.

Talento se vende
Dicen que las crisis traen oportunidades, siempre y cuando quienes las enfrenten sepan capitalizar esas chances. Eso parecen estar haciendo los trabajadores de Orizonia, que “venden” su talento.
Con el lema “Caza a 5.000 talentos”, ofrecen su capacidad y experiencia laboral en el sector turístico de forma muy original.
A partir de una web a la que bautizaron “Orizonia Talentos” demuestran que aunque la empresa se haya visto obligada a cerrar sus puertas, ellos no están dispuestos a parar.
“Tenemos el talento, la pasión y las aptitudes que hacen grande a una empresa. Si buscas talento, compromiso, entusiasmo, esfuerzo, creatividad y gente emprendedora, dedícanos un minuto para conocernos”, se presentan en la página, donde se puede acceder a un listado de todos los empleados.
Además, a partir de un video viralizado a través de You Tube (http://www.youtube.com/watch?v=WzA_fy1UE6I), una serie de empleados realiza el ahora popular “Harlem Shake”, un video de dos partes que finaliza con todos improvisando su baile particular, incluso con algunos disfrazados.


Origen y caída

El Grupo Orizonia nació del Grupo Iberostar. En su primer año completo de operaciones (2007), Orizonia informó una facturación de 2676 millones de euros con un incremento del 11,4% con respecto a 2006 (en que se entregó 2402 millones de euros).
A principios de diciembre parecía inamovible la compra de Orizonia por parte de Barceló, sin embargo irrumpió por sorpresa Globalia y se llevó el gato al agua.
La operación era firme, y Globalia-Orizonia concentrará el 40% de cuota de mercado de turoperación y el 16% de agencias de viajes, algo que parece haber sido demasiado para la Comisión Nacional de la Competencia, que en ese mismo momento ponía en el punto de mira a las agencias independientes.
El 13 de febrero ya se hablaba abiertamente de “obstáculos” a la operación. Los principales motivos para seguir investigando los veía Competencia en la turoperación, pero también apreciaba otros posibles efectos “horizontales y verticales” que afectarían al resto de actividad.
Y ahí fue cuando Juan José Hidalgo dijo “prou” (basta). Globalia no estaba dispuesta a poner más dinero, que ya había  aportado 15 millones de euros en diciembre y estaba previsto que inyectara otros 25 millones cuando Competencia diera el visto bueno. El pasado viernes, día 15, Orizonia tenía que pagar al BSP de IATA: unos 10 millones de euros, que finalmente nadie pagó.
Globalia siguió esperando de Competencia los requisitos necesarios para que la operación fuera viable, pero a partir del viernes todo se precipitó.